El fantástico caso del hombre que salió de una maleta: Sexta parte

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Eran las siete de la tarde del veinticuatro de Diciembre de 1927.

Alzaste asombrada tu rostro ante la preciosa casa con jardín que tenías delante de ti: el hogar dónde el hombre que amabas se había criado.

Los nervios afloraban dentro de ti pese a que intentabas presentarte ante su familia tranquila. Que Newt te sonriera y tomara tu mano para entrelazar sus dedos con los tuyos ayudaba, pero aún así la presión de tu pecho parecía querer ganar terreno en la guerra interna que lidiabas contra tus emociones.

¿Qué pensarían sus padres?

¿Les hablaría a menudo de ti?

¿Sabían que eras una Muggle?

Y si fuera ese el caso...

¿Y si no les gustaba la idea de que su hijo estuviera saliendo con una mujer que no tuviera magia?

"Tranquilízate...ésta gente a críado a un hombre tan maravilloso como Newt. Sin duda serán unas bellas personas."

Y esa fue tu primera impresión cuando, tras llamar a la puerta, una pareja ya mayor abría y sonreían a su hijo con cariño y le abrazaban con fuerza.

Tu esperabas paciente a que terminaran sus muestras de afecto, pues eras consciente de lo poco que veían a su hijo debido a su trabajo y sin duda para ellos el que Newt estuviera allí era el mejor regalo de Navidad.

-¿Así que ésta preciosa chica es _____?

Diste un respingo al escuchar la voz de la madre de Newt nombrarte por tu nombre.

La mujer se acercó a ti sonriente y viste en sus ojos esa intensidad que tanto adorabas de tu pareja. Sin duda Newt había salido a su madre, pues las facciones de la cara y el color del cabello eran casi iguales.

-Newton habla muchísimo de ti. Siento que ya te conozco de toda la vida y me alegra mucho ver cómo mi hijo es tan feliz a tu lado.

Sonreíste sin saber que decir, pues de tus labios tan sólo salían pequeños balbuceos y tu cara enrojecía por el halago. De modo que tan sólo agradeciste el cumplido y diste un paso hacia delante para alzar los brazos y así aceptar el abrazo afectuoso de la pequeña mujer.

Notaste fuerza en sus brazos y recordaste que Newt te contó cómo fue ella y su pasión por los hipogrifos los que habían inculcado ese amor por los animales a su hijo. Sin duda, aquella mujer ya mayor de sonrisa cálida fue de joven una gran mujer.

-Bienvenida a nuestra casa señorita.

-Muchísimas gracias, Señor Scamander.

Suspiraste aliviada al ver que la cordialidad más formal de su padre eran más sencillas para ti de tratar y miraste a Newt un momento, notando como sus preciosos ojos te miraban con adoración y su sonrisa indiscutible se acentuaba más al tener contacto visual directo contigo.

Entrasteis los cuatro a la acogedora casa, ya cálida por el fuego y observaste con interés cómo la cena se estaba preparando sola en la cocina,dejando tiempo de sobra a los habitantes de la casa y a los invitados para hablar.

-Tu hermano llegará algo más tarde Newton. Por lo visto hoy le han hecho ir a trabajar.

-Muy propio del Ministerio.

Fuisteis al gran Salón dónde os refugiasteis en el calor del fuego. Newt entabló una conversación acerca del Ministerio con su padre, mientras su madre traía pasteles y té que dejaba delante de ti.

-Espero que te guste el dulce querida. En esta casa nunca ha faltado en Navidad

-Oh, lo adoro. Muchas gracias. Deje que yo sirva el té.

Momentos: Newt Scamander y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora