La niña del canal (TERMINADO)

♢1

"No sólo en los campos de batalla nos causamos heridas"

Bárbara

♢ESTA HISTORIA comienza antes de las primeras páginas y, como tantas otras, terminará después de las últimas. O tal vez nunca.
     La Navidad quedó atrás. Los pinos desnudos de adornos yacen abandonados en las calles. Sara los esquiva sin verlos. Camina con el abrigo abierto y una bufanda que apenas le cubre el cuello. Pero no tiembla. Es insensible al frío y a la muchedumbre que se apiña a su alrededor y la empuja. Avanza con el rostro muy pálido; hacia otro lugar, hacia ningún lugar, ausente de su cuerpo que pasa rozando mecánicamente los muros. Su imagen se desvanece en las vitrinas de las tiendas. Sara es tan sólo una sombra, la sombra de una niña a la que nadie nota, de una niña que se va borrando.

     Después de subir los escalones que llevan hasta su piso, Sara introduce la llave y gira el cerrojo. La puerta se abre, dando paso a un departamento muy arreglado. Sara atraviesa varias piezas haciendo crujir la duela bajo sus pies y se encierra en su recámara. Es una recámara muy pequeña: un escritorio y un armario bastan para llenarla. Sin quitarse el abrigo, se detiene frente a la cama; sus botas mojan la alfombra. La niña clava la mirada en su muñeca y sus rasgos se petrifican hasta que, en la penumbra, la inmovilidad de la primera responde de manera extraña a la de la segunda. Después de unos minutos, Sara toma bruscamente a su efigie, la desviste y la recuesta. Los párpados de pestañas sintéticas se cierran. De un cajón, saca un encendedor y, sin titubear, lo acerca al vientre de la muñeca. El plástico se pone negro y luego se reblandece. Antes de que se vuelva a endurecer, Sara apoya la punta del dedo sobre la herida y deja grabada la huella de su índice. Entonces abraza contra su pecho a la muñeca herida.

-No debes decir nada... -solloza.

     En ese momento, se escucha el golpe de la puerta de entrada y resuena la voz colérica de su madre;

-¡Sara, tus zapatos!