♢6

320 7 0
                                    

Jueves 9. (...) Su madre acudió a la cita. Fue la primera vez que hablé tanto tiempo con ella. Ahora comprendo el aire taciturno de Sara. ¡No debe ser fácil crecer a la sombra de esta mujer! Me pregunto si alguna vez sonríe. Pertenece al grupo de gente que necesita protegerse detrás de una máscara austera, como si la amabilidad y el amor los pusieran en peligro. En cualquier caso, me preocupé por Sara sin razón. La simple atención que le presté fue suficiente para que decidiera ponerse a trabajar. Además está cansada. Crisis de crecimiento, mala alimentación (¡encontré sus almuerzos apilados en el bajo-pupitre!), es evidente que una cura de vitaminas le hará mucho bien.

     Sin embargo lo sé: a menudo mezclamos a los niños con nuestros dolores, que no son los suyos. Les inventamos historias para olvidar las que nos persiguen a nosotros. Lo que recordé ayer seguramente estuvo golpeando a las puertas de mi memoria desde hace tiempo. Para protegerme de ese recuerdo, preferí imaginar que Sara tenía problemas. Pero la niñita que corría peligro no era ella: era yo hace veinte años, en la casa cercana al canal. En un rincón del comedor, las guirnaldas cubrían el árbol de Navidad y los regalos se amontonaban en el suelo. Toda la familia se encontraba reunida ahí. También estaba él.


La niña del canal (TERMINADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora