La lluvia resonaba con fuerza sobre las tejas del techo, inundando con su suave melodía el silencio que reinaba en la modesta cabaña. ÉL ni siquiera la escuchaba, toda su concentración se volcaba en los pinceles en sus manos, y en los suaves golpeteos de éstos en el lienzo en blanco.
Aquél era su lugar feliz, lejos del bullicio de la ciudad, donde podía enclaustrarse tranquilamente, dejando su mente y su creatividad volar libremente.
Era una noche oscura y fría, más de lo normal, el sonido de los árboles meciéndose al compás del viento lo distrajo por un momento de su tarea, y se acercó a la ventana con expresión melancólica. El pequeño lago junto a su cabaña se mantenía casi en completa calma, pero el bosquecito a su alrededor no parecía contento con la presencia del poderoso viento. Siempre le habían gustado los inviernos tormentosos, quizás por eso había escogido el estado de Washington para asentarse, quizás porque él mismo poseía una personalidad tormentosa.
El reloj de pared señalaba las tres de la mañana cuando unos suaves golpes en la puerta principal lo arrastraron de vuelta a la realidad. Observó la puerta durante largos segundos, asustado y expectante. Los nuevos golpes no se hicieron esperar, esta vez más fuerte, como desesperados por recibir una respuesta.
Se acercó a la entrada con cautela, receloso por la inesperada intrusión, y, después de meditarlo un segundo, abrió.
Se encontró con una pequeña y conocida silueta en medio de la oscuridad y se quedó atónito. El bulto frente a él se removió lentamente para quitarse la capucha de la chaqueta que cubría su cabeza, dejando su rostro, por fin, al descubierto. ¿Cómo lo había encontrado?
-Frank... Qué haces aquí?
-No preguntes – le cortó, mirándolo fijamente a los ojos con necesidad – sólo dime si soy bienvenido o no.
No supo qué responder, pero no fue necesario, pues su propio cuerpo respondió por él, haciéndose a un lado en completo silencio y dejando la puerta abierta para recibir a su inesperado visitante.
Lo observó entrar en su casa con la naturalidad de quien recorre su propia casa, y sonrió para sí. Había llegado a olvidar lo que sentía al estar cerca de él, como si todo estuviera bien, cada pieza en su lugar, algo tan natural como respirar. Como si no hubiesen pasado años desde la última vez que se vieron.
-Imagino que te estás preguntando cómo te encontré – susurró, volteándose a verlo con una sonrisa triste.
-No – mintió, acercándose lentamente hacia él – no quiero saberlo, me encontraste, eso es lo único que importa.
Se miraron a los ojos durante lo que pareció una eternidad, comunicándose, como siempre, sólo con la mirada. Todo lo que ambos habían guardado durante años salió, entonces, a la luz, sin la necesidad de usar palabras; el resentimiento, el dolor, la culpa, la tristeza... El amor.
Frank dio el primer paso, se aproximó con cautela, como quien se acerca a un animal herido, sin despegar la mirada de sus ojos, y sin previo aviso, poniéndose en la punta de sus pies, lo besó suavemente en los labios. Y Gerard no se contuvo más, lo tomó con suavidad en sus brazos y lo llevó hasta el dormitorio principal, en medio de besos y caricias desenfrenadas.
Aquella fue la primera noche para ambos. Nada importó, ni el pasado ni el presente de ninguno, solo eran ellos dos contra el mundo, una vez más, como siempre debió haber sido.
-Te extrañé – soltó sin pensar, aunque ¿qué más daba ya?
En medio de la oscuridad, sintió la mirada avellana de Frank fija en él, mas este no respondió, sólo le sonrió, de aquella manera tan especial que tenía, que expresaba todo y nada a la vez.
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Like a Friend | Frerard
Fanfiction"Like a car crash I can see, but I just can't avoid. Like a plane I've been told I never should board. Like a film that's so bad, but I've got to stay till the end. Let me tell you now: ¡It's lucky for you that we're friends!"