Se necesitó la fuerza de ambos para trasladar al malogrado Frank hasta el segundo piso de la casa. Madre e hijo, como pudieron, llevaron al muchacho escaleras arriba hasta depositarlo con toda la suavidad de la que fueron capaces en la cama de Gerard. Frank estaba apenas consciente, ya que su propia madre le había propinado tantos golpes, y con tanta fuerza, hasta casi aturdirlo. Pero en cuanto abrió sus ojos y supo dónde estaba, se sintió seguro otra vez, porque la habitación de Gerard era su lugar feliz, el lugar donde nada podía hacerle daño, ni siquiera sus padres. Una vez la bruma de inconsciencia y adrenalina comenzó a disiparse, sintió las primeras punzadas de dolor expandirse por su pequeño cuerpo, y maldijo su vida. ¿Por qué tenía todo que ser tan difícil?
Dio un lento vistazo por la habitación tenuemente iluminada hasta que se encontró con los preocupados ojos de Gerard fijos en él, pero en cuanto lo vio alejarse de la cama, en dirección a la puerta, cerró sus ojos y se dejó llevar una vez más por la dulce inconsciencia, estaba tan cansado...
- ¿Qué haremos? ¡No podemos dejar esto así! – inquirió angustiado, en un leve susurro para evitar despertar a Frank – No podemos dejarlo solo...
- Tranquilízate, Arthur – lo calmó la mujer, acariciando suavemente una de sus mejillas – Frank es un menor de edad, no hay mucho que yo pueda hacer, no puedo retenerlo aquí porque eso sería secuestro, pero haremos lo posible, ¿sí?
- Mamá... – gimió el muchacho, al borde de las lágrimas – Si lo dejamos volver ahí, ellos volverán a maltratarlo, ¿es que no entiendes?
- Lo entiendo perfectamente – espetó Donna con profunda seriedad – Gerard, yo tampoco quiero que lo lastimen, pero ellos son sus padres, y Frank está amarrado a ellos hasta que cumpla la mayoría de edad.
- Pero...
- Déjame terminar – le cortó bruscamente – haré la denuncia por violencia, pero no es seguro que logre algo, es todo lo que puedo hacer, hijo, lo siento. Ahora trata de descansar, quédate con él, te necesita.
La mujer salió de la habitación con gesto pesaroso, dirigiéndose escaleras abajo, con la intención de esperar a su marido para conversar del tema con él. Su hijo, en cambio, se quedó inmóvil como una estatua en la puerta de su habitación, tratando de contener sus lágrimas de ira, rebuscando en su mente algún estúpido plan para salvar a Frank de la arpía que tenía por madre... Pero nada llegó.
- Gee... – el mencionado se giró con rapidez al escuchar el agónico llamado.
- Frankie... – susurró, sentándose en la cama junto al muchacho, se veía más pequeño que nunca con los hematomas ya formándose en su rostro y brazos desnudos – No te muevas, ¿sí? ¿Necesitas algo? ¿Tienes hambre?
- No te preocupes por mí, Gee – murmuró en una sonrisa, casi sin poder mantener los ojos abiertos por el cansancio y el intenso dolor – gracias, pero estaré bien, sé que no puedo quedarme aquí para siempre.
- Oye... – fingió una sonrisa juguetona, acariciando suavemente la mejilla contraria – Por mí te quedas toda la vida, si quieres.
Frank soltó apenas una carcajada, y le dedicó una sonrisa triste, cargada de emoción.
- Sabes que me encantaría, pero no puedo hacerlo – susurró, respondiendo a la caricia, poniendo su mano sobre la que Gerard tenía sobre su rostro – estaré bien, ¿sí? Lo prometo.
Gerard estaba a punto de dejar salir las lágrimas de frustración, por fin, de sus ojos, cuando sintió que Frank tironeaba de uno de sus brazos, llamándolo a recostarse a su lado. Se acostó con suavidad, intentando no provocarle ningún dolor, y se acomodó de lado, quedando frente a frente con esa mirada que tanto amaba.
- Te quiero, Gee – soltó el menor en un suspiro, ruborizándose inmediatamente después.
- También yo, enano – le sonrió de vuelta, mirándolo con intensidad.
- ¡Oye, ya! – se burló el castaño, quitándole importancia a la situación – No es como si no fueras a verme nunca más sólo porque mi madre tuvo un arranque de ira.
- No sabemos de lo que podría ser capaz...
- ¿Por qué no me dibujas algo?
- ¿Eh? – respondió confundido a la petición de su mejor amigo – ¿Un dibujo? ¿Qué quieres que dibuje?
- Pues no lo sé – le sonrió en respuesta, acomodándose en la cama – algo lindo.
- Frank, no creo que sea el momento para...
- Cállate ya – espetó molesto – cualquier momento es bueno para que hagas lo que te hace feliz, vamos, ¿hazlo por mí?
Intentó por un segundo negarse, pero los ojos avellana de Frank le rogaban silenciosos, brillantes de emoción, y no pudo hacer nada contra eso, porque sería capaz de todo por hacerlo feliz. Así que, sin decir una sola palabra más, tomo su cuaderno y unos lápices, y se sentó en la silla de su escritorio justo frente a Frank, apoyando el cuaderno en sus piernas.
- Un segundo! – pidió el menor, estirándose con dificultad en la cama hasta alcanzar el pequeño equipo de música, introduciendo en él la cinta escogida desde la mesita de noche, y le dedicó una enorme sonrisa – Me encanta esta.
Gerard no pudo más que sonreír, el sonido del Claro de Luna de Debussy impregnó al instante toda la habitación con sus suaves notas de piano a un volumen muy bajo, Frank lo conocía tanto... Viéndolo ahí, frente a él, con la música resonando en cada fibra de su ser y sin poder despegar su mirada de aquellos intensos ojos del color de la miel, sintió la inspiración invadirlo, y se imaginó junto a él, en un lugar seguro y feliz, lejos de todo y de todos, sólo ellos dos. Y comenzó a dibujar los trazos en el papel.
Estaba tan absorto en su labor que no notó el tiempo pasar, ni cuándo fue que su pequeño amigo se rindió ante el sueño. Se acercó a la cama, con una sonrisa dibujada en sus labios, y lo observó dormir durante lo que pareció una eternidad. Se veía tan indefenso, tan tranquilo y en paz, tan perfecto. Decidió no perturbar su sueño, y depositó el cuaderno, con el dibujo ya terminado, en la mesita de noche, y se dedicó a mirarlo durante un rato, recostado frente a él, acariciando con suavidad los castaños cabellos. No notó tampoco cuando el cansancio se apoderó de él, y se dejó llevar por el sueño, durmiéndose al instante con la sonrisa grabada en el rostro, olvidando, por un momento, todo a su alrededor.
WN8v
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Like a Friend | Frerard
Fiksi Penggemar"Like a car crash I can see, but I just can't avoid. Like a plane I've been told I never should board. Like a film that's so bad, but I've got to stay till the end. Let me tell you now: ¡It's lucky for you that we're friends!"