*Gerard*
Si hubiese sabido que aquella sería la última vez, entonces me hubiese negado rotundamente a dormir.
Aquella maldita noche Frank había dormido a mi lado, nos habíamos abrazado y habíamos descansado, pensé en ese entonces, en paz. Pero a la mañana siguiente, cuando desperté, la realidad me golpeó como una bofetada al darme cuenta de que me encontraba completamente solo. Frank se había ido, llevándose el dibujo que había hecho para él.
Con el mal presentimiento palpitando en mi pecho, me levanté de un salto y, a medio vestir, corrí escaleras abajo con la intención de salir en busca de Frank, mas cuando estaba a un paso de cruzar la puerta de entrada, una mano huesuda me detuvo por el brazo.
- ¿A dónde vas? – la voz de mi hermano menor salió como un sollozo ahogado.
- Ahora no, Mikey – le sonreí cálidamente, soltándome del agarre – debo ir por...
- Frank se ha ido – me interrumpió, bajando la vista con pesar.
- Lo sé, Mikes – respondí, empezando a exasperarme, sentía como si no debiera estar perdiendo mi tiempo ahí en ese momento – por eso es que debo ir a buscarlo.
- No, Gee... Frank se ha ido – volvió a susurrar, enfatizando esta vez la frase, y poniéndose de pronto en la punta de sus pies para abrazarme con fuerza – eso es lo que mamá dijo.
Sentí como si me cayera encima un balde de agua fría en cuanto entendí las palabras de mi hermano, y la desesperación se apoderó de mí. Solté a Michael con más brusquedad de la debida, y salí corriendo hacia la calle, esperando que todo fuera un malentendido, pero en el momento en que estuve de pie frente a la casa de los Iero sentí el mundo derrumbarse a mi alrededor, el anuncio de "en venta" no dejaba espacio a dudas. Se habían marchado.
No pude más que dejarme caer en el césped del jardín vecino y llorar como nunca lo había hecho antes, sin poder controlar los sollozos que destrozaban mi garganta. No sé exactamente cuánto tiempo estuve ahí, no fue sino hasta que sentí los suaves brazos de mi madre rodearme por la espalda que reaccioné, volteándome a abrazarla con fuerza.
- Ya, hijo – susurraba en mi oído, meciéndome con dulzura en sus brazos – no llores más, que me destrozas.
Pero yo ya no lloraba, ya no podía llorar más. No fui capaz de responderle, y atiné simplemente a ponerme de pie, en silencio, y a levantarla a ella tomando su mano, con la sola intención de volver a casa y encerrarme en mi mundo, para no saber nada más.
Me movía como en piloto automático, sin estar realmente consciente de lo que hacía ni a dónde me dirigía. No supe en qué momento llegué a mi habitación, ni cuándo fue que me dormí otra vez, ni mucho menos cuándo o a qué hora desperté, sólo sé que cuando abrí mis ojos la habitación estaba en penumbras, por lo que debía haber anochecido ya, y mi madre estaba sentada en el borde inferior de mi cama, observándome con preocupación.
- ¿Qué pasa? – me atreví a preguntar, con un hilo de voz.
- Dime que sí recuerdas lo de esta tarde, por favor – interrogó ella, con excesiva cautela.
- Claro que lo recuerdo – respondí lacónico, sentándome en la cama – se lo llevaron, eso fue lo que pasó.
- Gee, cariño...
- ¿Por qué no hiciste nada, mamá? – le reproché, sintiendo mis ojos escocer una vez más – Podríamos haberlo ayudado, ¿por qué no lo hicimos?
- Hijo... – mi madre me dedicó una mirada de culpa – Cuando desperté esta mañana Frank ya se había ido a casa, fui a la policía, pero cuando volví ya se habían marchado, hice lo que estuvo en mis manos, ¿qué más podía hacer?
- No lo sé – reconocí, por fin, soltando un suave sollozo y lanzándome a los brazos de mi madre – lo siento, mamá.
- Estará bien, lo sé – me consoló, acariciando mi cabello con dulzura – ya verás que pronto podrán verse otra vez, lo prometo.
No respondí, porque en el fondo de mi corazón sabía que esa promesa no tenía ninguna validez, pero no podía permitirme hacer sentir culpable a mi madre por ello, por lo que guardé mis sentimientos para mí, me sequé las lágrimas y le di las buenas noches, regalándole la sonrisa más convincente de la que fui capaz, logrando que me sonriera de vuelta y se marchara a su habitación, dejándome completamente solo con mi dolor.
Había perdido, quizás para siempre, no sólo a mi mejor amigo, sino al amor de mi vida, con uno de nosotros que sufriera bastaba, ella no tenía por qué sufrir conmigo.
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Like a Friend | Frerard
Fanfiction"Like a car crash I can see, but I just can't avoid. Like a plane I've been told I never should board. Like a film that's so bad, but I've got to stay till the end. Let me tell you now: ¡It's lucky for you that we're friends!"