Capítulo 18

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Tres meses más tarde

Amil bajó la mirada al suelo. Lucas todavía no había llegado del viaje de equipo y ella estaba sola en casa.

–Mierda...–susurró

Cogió el teléfono y llamó a Luna.

–Luna, es urgente. Acabo de romper aguas.

–Voy para allí. ¿Tienes todo preparado?

–Sí. ¿Crees que Lucas llegará a tiempo?

–Seguro que sí. Coge la bolsa y te recojo.

                              (...)

Lucas llegó una hora más tarde y fue directo al hospital. Amil agradeció la presencia del chico, quién no la dejó sola ni un minuto.

A las seis de la tarde llegaron al mundo las pequeñas, y contando con que Amil ingresó a las diez, fue relativamente rápido.

A una la llamaron Laura y a la otra Lourdes.

                                 (...)

Noa subió las escaleras del hospital de dos en dos, como acostumbraba a hacer normalmente.
Anto la siguió sonriente, estaba deseando vacilar a Lucas.

Entraron en la habitación, donde Saúl y Luna estaban sentados con una de las niñas.

–Luquitas–Anto le pasó el brazo por encima del hombro–, ahora te voy a ver cambiar pañales tooodos los días.

–Toma–Lucas le tendió una niña–. Ella es Laura, tu ahijada. Tú también vas a tener que cambiar pañales.

Anto se quedó sorprendido pero cogió a la niña.

–Hola pequeña...–le acarició la mejilla

Noa les hizo una foto, enternecida, para después acercarse a hablar con Amil.

                               (...)

Luna tuvo a su hija una semana más tarde.
Saúl estaba con la niña a vueltas, embobado.

–Otro más con el que me voy a meter–canturreó Antoine

–Anto, ¿puedes ir tú? –le preguntó su novia mientras se sentaba en el sofá – No me encuentro muy bien.

–Si quieres me quedo contigo.

–Deja. Vete y dale el regalo a Luna. Voy a ver si duermo un rato.

El chico asintió y la besó tiernamente.

–Volveré pronto, te lo prometo.

Ella asintió.

                             (...)

–¿Dónde dejaste a la novia, Anto?–preguntó Lucas mientras dejaba a una de sus hijas en el carrito

–En casa. No se encuentra bien.

Le dio una bolsa a Luna y abrazó a Saúl.

–Felicidades, imbécil.

–Oh, Antonio abrazándome, esto me huele a chamusquina...

Antoine le dio codazo, riendo.

Saúl sonrió.

–¿Qué tal estás, francés?–Saúl, Anto y Lucas salieron de la habitación para ir a por bebidas

–Cansado–ahogó un bostezo

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