Capítulo 19

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Amil bajó las escaleras. Se encontró a su novio dormido con una de sus hijas encima de su pecho.

–Lucas, cariño...

Lucas se despertó al dejar de sentir el peso de su hija sobre su cuerpo.

–¿Qué pasa...?

–Ya es de día. Hoy vamos a ir a comer con Saúl y Luna.

–Y Rose. No te olvides de Rose.

Amil sonrió.

–Anto y Noa también vienen–rió

–Comida familiar–rió Lucas

                            (...)

–Saúl, deja a Rose en la cuna –le reprendió Luna al ver que su novio iba de un lado a otro con la bebé en brazos

–No quiero. Está calentita con papi.

Luna negó y soltó una carcajada.

El timbre sonó y Saúl fue a abrir.

–Hola chicos.

Antoine y Noa entraron. Luna se acercó a saludarlos y las dos chicas se encerraron en la cocina mientras los dos chicos y la pequeña se quedaron en el salón.

–¿Puedo cogerla?–preguntó Anto

–No. Está con papi.

–Vamos, Ñíguez. Déjame.

–Bueno, pero solo un rato. Y porque tienes que practicar.

Antoine cogió a Rose con delicadeza y le acarició la mejilla.

–Es preciosa.

–Lo sé. Es mi hija, tiene mi belleza.

                               (...)

–¿Dos niños?–rió Luna mirando a Noa

–Dos mini Antos–rió Noa–. Voy a volverme loca.

–Van a ser dos pequeños Griezmann regordechos–se carcajeó Luna–. Seguro que son adorables.

–Lo serán–Noa se acarició el vientre y se sentó

Luna se sentó a su lado, esperando a que la comida terminara de hacerse.

–Te noto rara–sonrió Luna

–He vuelto a tener pesadillas. Otra vez soñé que Anto me dejaba. Sé que no va a pasar pero... No estoy durmiendo mucho.

–Yo también tuve pesadillas durante el embarazo–admitió Luna–. Pero Saúl siempre me abrazaba y me consolaba. Lo peor era cuando estaba de viaje.

–Anto no se despierta. Me tengo despertado gritando y él sigue durmiendo, es una marmota–rió–. Esta noche fui a la cocina y me encontré con Lucas, que tampoco podía dormir. Fue él quien me consoló.

–Creo que deberías contarle a Anto lo de las pesadillas.

–Él sabe que las tengo. Lo único que no sabe es de qué se trata.

La puerta se abrió y entró una sonriente Amil con los brazos abiertos para abrazarlas.

–¿Dónde dejaste a Lucas?–preguntó Luna riendo

–Está en el salón. Cada uno tiene un bebé en brazos. Parecen buenos y todo.

Se sentó junto a ellas y comenzaron a charlar como si no se hubieran visto en años.

–Así que dos Antos...–rió Amil

–Pues sí. Me voy a acabar volviendo loca, ¿tener que cuidar a dos niños y medio?–Noa rió

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