Capítulo 5

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–¡Yannick!

Carrasco tenía a Cris agarrada de la mano y tiraba de ella.

–Dime cariño.

–¿A dónde vamos?

–Al restaurante de siempre.

–¿Y por qué corres?

–Pues porque me apetece

Cris rió y se dejó llevar por el chico, que corría como un niño pequeño emocionado.

–¿Sabes que este ha sido el mejor año de mi vida?

Cris asintió y observó como el chico aminoraba el paso para ponerse a su lado y entrar al restaurante.

–Y el mío–afirmó ella

–Ojalá podamos pasar muchos más juntos.

Buscaron su mesa de siempre y se sentaron a comer mientras rememoraban el que había sido su año.

                                (...)

–¡Eden! ¿Podrías dejar la Xbox y hacerme caso?

–¿Qué quieres cariño?

Eden pausó la partida y se giró para ver a su chica.

–Te decía que mañana no sé si ponerme el vestido rojo o el blanco.

–¿Qué tenemos mañana?–preguntó el chico, extrañado, al ver a la chica tan preocupada

–Tu presentación con el Atleti, imbécil.

–Cierto.

–¿Blanco o rojo entonces?

–Rojo.

–Vale. Gracias. Puedes seguir con tu nueva novia.

–¡Eh! ¡Qué yo sólo te quiero a ti!

Caro se dio la vuelta y caminó hacia el armario para guardar el vestido rojo mientras que, el blanco, lo volvía a meter en la maleta. El belga la abrazó por la espalda.

–Para compensarte, mañana por la tarde te llevo a algún sitio bonito y caro.

–¿Vas a llevarme a algún sitio bonito y caro cada vez que discutamos? No estoy contigo por el dinero, Eden. A ver cuando entiendes se estoy contigo porque te quiero.

–Lo sé pequeña–Eden se dejó caer encima de la cama–. Yo también estoy contigo porque te quiero pero... Las otras relaciones que he tenido han sido por dinero y todo se arreglaba con un te llevaré a algún sitio caro.

–Yo no soy como las demás, Eden. Ya deberías saberlo.

–Lo sé–Eden suspiró–. Vamos a ver... ¿Qué podría hacer para arreglarlo...?

Se levantó y besó el cuello de Caro, haciendo que ella se estremeciera.

–¿Vas a comprarme con besos en el cuello?

–Bueno, si los prefieres en otro sitio...

Hazard cerró la puerta y Caro sonrió pícara. Sus reconciliaciones con el belga eran de lo mejorcito.

                               (...)

–Luna. Luna. Despierta.

Saúl observaba como su chica dormía en el sofá. Había llegado muy cansada del trabajo y, cuando el chico había llegado del entreno, la había encontrado dormida en el sofá.

–Mhmm...

–Vamos, cariño. He preparado la comida. Y no se me ha quemado nada.

Luna abrió un ojo y miró a su novio, más dormida que despierta.

BlindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora