Capítulo 8

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–¿Y bien?

–¿Y bien qué?

–¿Qué tal beso?

Noa contuvo una carcajada.

–Simplemente te daría una bofetada por besarme sin permiso.

–Dicen que los besos robados son los mejores–sonrió él

–Una cosa es robarlos cuando ya llevas un tiempo con esa persona o se está tonteando. Tú y yo nos acabamos de conocer.

–¿Y si te muestro que soy el adecuado?

–Ahora simplemente muéstrame el camino hasta el interior de la casa. Luego ya veremos.

Antoine rodó los ojos y la ayudó a salir del coche para guiarla hasta la puerta de la casa.

–¿Tienes llaves?

Noa negó con la cabeza y Antoine suspiró.

–No hay nadie en casa–dijo tras ver sus mensajes más recientes. ¿Quieres ir a algún sitio?

–A muchos. Pero no contigo.

–Si Saúl o Koke estuvieran aquí empezarían a cantar el turn down for what pero como no están no me lo voy a cantar a mi mismo.

Noa rió.

–Enserio, ¿quieres ir a algún sitio?

–De verdad que no.

–Bien. Pues iremos igual.

–Eso se puede considerar secuestro, ¿lo sabes?

–No es un secuestro porque sé que en el fondo me amas.

–Ya. Claro...

Antoine río y entrelazó su mano con la de la chica.

–Esto empieza a volverse incómodo, Anto...

–Tienes que ir acostumbrandote–rió el chico–. Pronto iremos de la mano a todos lados.

–Ni en tus mejores sueños.

–Claro que no. En mis mejores sueños hacemos cosas mejores que ir de la mano...

Noa hizo una mueca de asco y agarró con fuerza su bastón.

–Otra broma de esas y te doy con él en la cabeza. Y no voy en broma.

Antoine volvió a reír. Noa no se lo iba a poner fácil. Y eso le gustaba.

                              (...)

–¡Amil! ¿Puedes darme mis tenis?

–Nop–Amil rió divertida

–Tengo que irme a entrenar...

–Una pena que te tengas que ir ya. Podríamos hacer otras cosas antes...

–Bueno, puedo sacar unos minutos...

Lucas la abrazó por detrás y le besó el cuello, haciendo que la chica se estremeciera.

–Más que unos minutos...–susurró en su oído y dejó un rastro de besos hasta su cuello.

                                (...)

Caro bajó la mirada. Eden estaba dando toques frente a la afición mientras ella lo observaba. Pero le había guiñado el ojo.

Junto a él, Caro se sentía como una adolescente. A cada paso hacia delante que daban en su relación ella se sentía más rejuvenecida, hasta el punto de sentir mariposas cada vez que lo miraba.

BlindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora