Capitulo 7

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Ahora que Thiara era mi compañera de habitación, la alarma en mi reloj la ponía media hora antes para ducharme y arreglarme antes que ella. No estaba dispuesta a aguantar sus tonterías desde primera hora y hacer de consejera de moda.

Cuando llegué de las duchas, ya preparada para un día más, Thiara aún seguía en la cama. Algo que me resultó extraño, ya que ella y la puntualidad iban de la mano.

Tuve ganas de agarrar mis cosas e irme, pero sabía que hoy tenía clase a primera hora y llegaría tarde si no se levantaba ya. Así que, actuando como buena hermanastra, la zarandeé un poco y fue cuando comprobé que no reaccionaba. La persiana estaba echada, así que la luz en la habitación era escasa. Aparté las cortinas y volví a acercarme a su cama. Ella estaba de espaldas a mí, así que le coloqué boca arriba y mi corazón casi salió disparado de mi pecho. Su cara estaba totalmente demacrada. Incluso su brazo derecho se calló al suelo.

No podía estar pasando de verdad.

Comencé a perder los nervios, hasta que escuché una carcajada debajo de la cama. Me agaché poco a poco levantando las sabanas y comprobé que Thiara, la verdadera Thiara, estaba ahí casi agonizando de la risa.

Me levanté del suelo a la vez que ella salía de su escondite y se sacudía él pijama. Aun reía como una maldita loca y yo no hacía más que intercambiar miradas entre ella y el maldito muñeco.

—¿¡Se puede saber por qué narices has hecho eso!? —exclamé totalmente desconcertada— ¡Me has dado un susto de muerte! —ella seguía riendo— ¡THIARA!

—¡Lo sé!, ¿A que es genial? —saltó sobre mí y caímos sobre la alfombra—. Sabía que en el fondo me quieres.

—¿Qué dices? —intenté apartarla, pero era imposible. Ella estaba pegada a mí como una maldita lapa—. Tú me odias, y yo a ti te odio. ¡Todo quedó claro en el recibimiento que te hice!

—Eres muy estúpida Eme —por fin conseguí que se quitase de encima—. Iré a ducharme, hoy merecerá la pena llegar tarde a clase. Te espero a media mañana, en la cafetería, en la mesa de siempre.

—¿Desde cuándo compartimos mesa? ¿Qué bicho te ha picado? —no podía creerme lo que estaba escuchando— ¿Es que no te vale torturarme con estar en la misma habitación?

—Eme —esta vez su rostro era más serio. Pero aun así, no me fiaba de ella—. Te torturas tú sola. Yo nunca quise llevarme mal contigo.

Después de eso y sin darme tiempo para responder, cogió sus cosas de baño y se marchó.

Tenía que hablar con Arthur seriamente. Seguro que él tenía que ver algo en esto. Ya les pillé hablando hace unos días cerca de la fuente del campus.

Maldita sea.

[...]

—¡Arthur! —exclamé cuando, nada más entrar en el pasillo principal, le vi entre la multitud. Él agachó la cabeza, miró hacia los lados y continuó caminando, esta vez un poco más deprisa—. Ah, no. Ni de coña escaparás.

Eché a andar más deprisa. Tuve que empujar a unos cuantos, e ignorando sus quejas, intentaba no perder a Arthur. Apenas le tenía a un par de centímetros, cuando agarré su capucha y me quedé con ella en la mano; él había echado a correr en cuanto el pasillo se había quedado más libre.

—¡Arthur detente! —grité, corriendo detrás de él— ¡NO LLEVO EL BATE ENCIMA, IDIOTA!

Estaba tan atenta de cogerle otra vez, que ni me percaté de que estaba a punto de chocarme con Jacob y toda su tropa. Los dos aterrizamos en el suelo cuando nuestros cuerpos se chocaron.

—Vaya, vaya —dijo con una sonrisa que me encantaba. Mierda, era demasiado guapo— Emery Evans, ¿dónde has estado estos últimos días?

—Conmigo, chaval —Arthur se dejó aparecer entre el grupo y se encaró a Jake. ¿Qué narices le pasaba a este chico?—. Ya puedes largarte.

—Vale niñata. No merece la pena espabilarte un poco.

En cuanto vi que Arthur apretaba sus puños, me levanté inmediatamente y me coloqué entre los dos.

—Basta —mascullé—. Nos hemos chocado sin querer. Jake, vete. Arthur... —me volví para mirarle, pero de nuevo, había echado a andar por él pasillo— ¡Arthur!

Volví a correr otra vez, y cuando pude alcanzarle, esta vez él no opuso resistencia.

—¿Se puede saber qué mosca te ha picado? —le pregunté, molesta por su reacción—. No ha sido culpa suya, si no mía.

—No es nada de eso —se pasó la mano por la nuca, frustrado—. Hay un garito para la comunidad LGTB, cerca de la residencia donde me alojo —abrí los ojos como platos, intuyendo lo que estaba a punto de contarme—. Quise salir a probar qué tal era. Estuvo genial. Salí con un tío de allí. Íbamos abrazándonos y casi metiéndonos mano. Estábamos a punto de meternos en su coche, cuando Jacob apareció en esa misma calle.

<< No tuve tiempo para separarme del otro chico... empezó a reírse. A insultarme. Iba borracho sí, pero su comportamiento fue vergonzoso. Homófobo total. Mi ligue quiso enfrentarse a él, pero yo se lo impedí. No quería montar jaleo. En cambio, Jake continuó burlándose y al final mi ligue se abalanzó contra él. ¿No te has fijado en la marca roja de su ceja? Se lo ganó. Y Jacob también le dejó marca, pero entonces fue cuando le amenacé.

—¿Cómo? —estaba totalmente alucinada.

—Le dije que, si se le ocurría decir o contar algo sobre eso a cualquiera, no tendría ni una duda en denunciarle por agresión homófoba.

—¿Por eso le mirabas tan mal siempre? Ya me resultaba extraño que estuvieses celoso.

—No eran celos, Eme —podía notar su cabreo a kilómetros—. Simplemente no me gusta que te fijes en un tío así de gilipollas.

—Ya... bueno.

—Y una cosa más —le miré expectante—. No hagas que me arrepienta de haberte contado esto. Ya sabes a lo que me refiero.

—Claro, tranquilo. Mantendré mis manos quietas.

Y después de dedicarle una sonrisa de niña buena, me besó en la frente y se marchó por el lado contrario al que yo tenía que ir.

¿Se habrá creído tu sonrisa inocente?

—No creo —respondí a mi conciencia en voz alta—. Pero lo lleva claro si piensa que voy a quedarme de brazos cruzados después de esto.

¡BIEN! Prepárate Jacob. Te has metido con quien no debías.

¿Y Si Mi Poder Fuera El Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora