Al final resultó que, si pude montar en las sillas, al igual que en una especie de coche extraño, el cual daba un paseo por todo el recinto, dejando a la vista un precioso paisaje. Tuve suerte de que la monitora que nos tocó fuese muy maja, y me dejó montar a pesar de que yo esa parte no la había pagado.
Cuando llegó el momento de que se montasen en la montaña rusa, la monitora debió de sentirse lo suficientemente aburrida como para acercarse a hablar conmigo:
—Me caí de la cama, de una manera bastante ridícula —dije cuando ella me preguntó por mi brazo escayolado—. Podría haberme quedado en Denver, pero solo me aburriría más.
—¿Cuál es tu ciudad natal? —preguntó de nuevo. Le miré enarcando una ceja y ella se río antes de explicarse mejor—. Por el grupo tan reducido que sois de amigos, cosa que he intuido cuando has mencionado el aburrimiento, deduzco que estudias fuera de tu ciudad natal, ¿me equivoco?
—Qué... ¿Qué te hace pensar que por ser pocos, ya somos de otra parte? ¿Tú eras vidente antes de trabajar aquí, o algo así?
—No, claro que no —volvió a reír—. Solo que, llevo mucho tiempo en este sitio, y sé observar bien a la gente.
—Vaya —murmuré—. Menudo rollo de trabajo tiene que ser para que hagas eso.
Ella se río y ya terminó por contarme que su padre era el dueño de esto, y que gracias a ello tenía un empleo. Aunque no era de su mayor agrado, intentaba disfrutarlo al máximo.
—Mis padres, prácticamente viven aquí. Así que cuando todo cierra, aprovecho y me doy un buen baño en los termales o en el lago, según el tiempo que haga.
—Una pena que mis amigos no hayan cogido esa opción —dije sin intención de conseguir nada—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me bañé en aguas naturales.
—Tal vez... —se llevó el dedo índice a la barbilla en un gesto pensativo—. Tal vez pueda hacer un apaño con eso.
—¿D-de verdad? —me quedé tan sorprendida, que no sabía que más decir.
Creo que no estaría mal decir gracias, ¿no crees?
—En mi descanso, veré si puedo hacer algo —respondió ella—. Me has caído bien. No todos se muestran tan simpáticos a la hora de hablar con los monitores.
—Pero, ¿no te traerá problemas?
—¡Es la primera vez que hago esto! —exclamó casi más emocionada que yo—. Ya era hora de hacer algo diferente.
Reí ante su respuesta, y esperamos a que todo el grupo montase en la atracción para ir a los merenderos, y así ella se iría a intentar conseguirnos pases para bañarnos.
—Como lo consiga, será mi ídolo —dijo Mila cuando les conté el plan.
—No sé si os habéis percatado de un pequeño detalle —interrumpió Arthur—. Pero no hemos traído bañadores.
—Eso no es ningún problema —los cuatro a la vez nos sobresaltamos cuando la monitora se acercó a nosotros como un reptil—. Ha sido más fácil de lo que pensaba. No había nadie en recepción.
—Oye en serio, si te pillan... —comencé a arrepentirme de la idea, pero mis amigos ya habían cogido los pases.
—¡Venga Eme! —me animó Thiara—. ¿O es que solo eres valiente entre las paredes de la universidad?
—¡Claro que no! —respondí picada por su comentario, a la vez que le arrebaté a la monitora el pase que le quedaba en la mano.
Me consideraba una persona muy audaz. En el caso contrario, ni de broma habría sido capaz de hacer ni una de las bromas, venganzas o favores, que había conseguido lograr a lo largo de mi vida.
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¿Y Si Mi Poder Fuera El Amor?
HumorOs imaginareis una historia empalagosa y de lo más cursi que hayáis leído en vuestra vida... Pero no. Se trata de que de la noche a la mañana, el poder del amor está en mis venas, literalmente. Puedo Enamorar A quien Me dé La gana. Mola eh... Pues n...