Capitulo 5

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Me encaminé a la biblioteca durante el descanso. Después de Literatura, habían pasado dos clases más y la confesión de Arthur, no dejaba de rondar por mi cabeza.

Como siempre, saludé a la bibliotecaria y caminé a lo largo del pasillo hasta el área de lectura y estudio. Visualicé mi sitio de siempre: La esquina de la última mesa, pegada a la ventana que daba vistas a un pequeño lago artificial dentro del campus.

Pero, al igual que mi sitio habitual en Literatura, este también estaba ocupado. No sabía quién era el ser humano que osaba ocupar mi lugar de paz y tranquilidad, porque tapaba su cara con un libro sobre naturaleza.

Furiosa, caminé hasta allí y sin más, aparté el libro de su cara y ese chico con gafas y pelo revuelto, me miró asustado.

—Ho... hola —se atrevió a decir.

—Tú otra vez —resoplé con un claro enfado— ¿Me vas a quitar ahora siempre mi sitio?

—Tu... ¿tu sitio? —cerró el libro y su gesto de confusión, cambió a uno que parecía hacerle más seguro—. Yo no veo tu nombre en ningún lado, para que digas que este es tu sitio, Evans.

—Llevo más de tres meses en esta maldita universidad y nunca nadie me había quitado este sitio. Siempre me pongo aquí —escupí cada vez más enfadada—. Así que ahora, coge tus cosas y búscate otro lugar.

—Repito —carraspeó antes de continuar—. No veo tu nombre puesto.

Gruñí como un toro echando humo por las orejas. Coloqué la mochila en la mesa, saqué el estuche del cual cogí un rotulador grueso y negro permanente. La mesa era de un color marrón claro, así que no me fue nada difícil escribir: RESERVADO PARA EMERY EVANS.

Después de eso, observé que Ethan miraba detrás de mí con un gesto serio. Antes de girarme, intuí lo peor.

—Señorita Evans —lo peor, de lo peor. Me di la vuelta lentamente, encontrándome a la bibliotecaria con una cara de pocos amigos, los brazos cruzados y uno de sus pies repiqueteando en el suelo—. Suelte ese rotulador, coja un parte de la biblioteca y vaya inmediatamente al despacho del director. Por desgracia para usted, estará sin pisar este sitio hasta final de trimestre.

Y mi mundo se vino abajo.

[...]

Erik, mi madre y yo, estábamos boquiabiertos sentados en el sofá, frente a Thiara, quien nos acababa de decir, que quería pedir el traslado de universidad.

Cuando recibí la noticia de que Thiara volvía de Irlanda, no dudé ni un segundo en viajar ese fin de semana a casa, para saber en primera persona, el porqué de su inesperada vuelta.

—Pero cariño —Erik se levantó y se dirigió a ella—. Solo te queda hasta junio y ya acabarás. ¡Estás a punto de graduarte!

—¡Puedo acabar aquí! —exclamó ella como una niña pequeña—. Además, con ayuda de un par de contactos de mamá, ya pedí la admisión y traslado a la misma universidad de Eme...

— ¿¡ACASO NACISTE SIN OXÍGENO EN EL CEREBRO!? —me levanté gritando, haciendo que todos se sobresaltaran. Pero cuando me di cuenta de que Erik y mamá estaban mirándome raro, cambié mi modo de sorprenderme—. Porque si lo tuvieses, te darías cuenta de la locura que es regresar a casa, tras estar viviendo tus años universitarios en un lugar tan precioso como lo es Irlanda... ¡Pero, genial! ¡Estaremos juntas!

Vete preparando para vivir un maldito infierno pelirroja repipi.

Mi falsa sonrisa y la de Thiara convencieron a mamá y a Erik de nuestra supuesta alegría por estudiar juntas. Erik llamó a su ex mujer, y tras varios minutos discutiendo, al final se rindió y aceptó que Thiara se pudiera trasladar. Dediqué una mirada asesina a mi hermanastra y me fui a mi habitación.

¿Y Si Mi Poder Fuera El Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora