Mila y Ethan también me iban a ayudar. Arthur no estaba dispuesto a perder sus cien dólares y Thiara se había quedado con mi madre y Erik para entretenerles. La pelirroja, para mi sorpresa, se decantó por ayudarme.
Ethan se llevó a Christian a la biblioteca; Mila se fue con Adam al salón de actos y yo, agarrando a Mason como pude, me lo llevé conmigo a la cafetería. Ordené a mi amiga y al inútil, de que estuviesen pendientes del móvil, y si alguno nos encontrábamos a Jacob, nos avisaríamos mediante una llamada de un solo toque.
—Vale Mason —dije bajándole de mis hombros, una vez que por fin se estuvo quieto. Sabía lo mucho que odiaba separarse de sus hermanos, pero esto era una misión muy importante—. ¿Recuerdas lo que tienes que hacer?
—Encontrar a Yeico —respondió él con una mirada de demonio total sin saber pronunciar muy bien el nombre. Para solo tener cuatro años, eran muy espabilados.
—Muy bien, ¿y qué más?
—Reírme para que sepas que ha llegado y... Vig... Vio... ¡Vigilale!
—Perfecto pequeñín —agité su pelo pelirrojo con mis manos y él respondió con un gesto poco agradecido—. Recuerda, debe parecer un accidente.
—Seremos so... gi... ¿Sojolsos? —su frustración por no saberse la palabra, hizo que riese sin parar—. ¡No te rías, que soy pequeño!
—¡Lo siento, lo siento hermanito! —exclamé aún entre risas—. Se dice, sigilosos.
—¡Pues eso! —se cruzó de brazos y frunció el ceño—. Eso es lo que seremos.
Le di un abrazo con intención de calmar su enfado, pero mi móvil sonó antes de conseguirlo. El toque era de Mila, así que eso quería decir que Jacob se encontraba en el salón de actos. Suspiré y volví a colocar sobre mis hombros a Mason. Esta era la única forma de ir con él sin que se me escapase.
Cuando llegamos a la gran sala, nada más entrar, el escenario decorado de colores verdes y amarillentos, me dejó con la boca abierta. Mason tenía la misma cara que yo. Se trataba de una escena de El Rey León. Y la banda sonora que comenzó a sonar, lo dejó bastante claro.
—¡Eme, ven aquí, que te va a ver! —escuché la voz de Mila a mi izquierda. Y ahí estaba, medio escondida entre los asientos. Llegué hasta ella y senté a Mason entre Mila, Adam y yo—. ¿Dónde está Ethan?
—No lo sé, supongo que estará por llegar. Iba a esperar a que estuvieseis los dos, pero qué más da —se acercó un poco más a mí para susurrar—: Jacob va a hacer una obra de teatro.
Abrí la boca para gritar, pero Mila me tapó la boca a tiempo y lo único que salió de mi boca fue un gruñido. ¿Así que a Jacob le molaba el mundo de la actuación? ¿Por qué nunca me lo había comentado? Fuera cual fuese la razón, mi venganza estaba más que asegurada.
—¿Podremos colar a los tres enanos en el escenario? —pregunté más para mí misma, que para mi amiga—. Tengo una gran idea.
—Recuerda que debe parecer un accidente. Tampoco queremos que...
—Le castiguen por malo —Mason acabó la frase y me miró—. Sí... gi... lo... sos —le dediqué una enorme sonrisa y chilló de alegría, lo que hizo que algunas personas presentes en la sala, enfocasen su atención en nosotros—. Lo siento.
—No pasa nada diablillo —acaricié su pelo—. La actuación es en una hora, así que deben de estar preparándose... Niños, ¿qué tal si vais a echar un vistazo? Pero sin que nadie os vea.
—Y si alguien os ve, os hacéis los perdidos —continuó Mila, quien ya se había ganado el cariño de los dos—. Y ya pensaremos otro plan.
Mason y Adam se deslizaron por los asientos. A pesar de su edad, su estatura era un poco inferior a lo normal, por lo que no les era difícil esconderse hasta llegar detrás del escenario. Cuando se metieron detrás de las cortinas y les perdí de vista, sentí un terror recorrer todas mis vértebras. No solía ser buena idea dejarles solos, pero esta vez, era necesario.
ESTÁS LEYENDO
¿Y Si Mi Poder Fuera El Amor?
HumorOs imaginareis una historia empalagosa y de lo más cursi que hayáis leído en vuestra vida... Pero no. Se trata de que de la noche a la mañana, el poder del amor está en mis venas, literalmente. Puedo Enamorar A quien Me dé La gana. Mola eh... Pues n...