—Es imposible que no sea él —dijo Mila.
La tortura había finalizado y el buen tiempo lo acompañaba; así que, Arthur, Thiara, Mila y yo, decidimos ir al parque de atracciones en Glenwood Springs.
En el recinto teníamos cuatro opciones y nos decidimos por las atracciones y la visita a las cuevas. Necesitábamos desfogar todo el estrés y nervios que habíamos acumulado durante la jornada de exámenes.
Por mi parte, también necesitaba olvidarme del capullo de Jacob. Tema que no había sacado, hasta que no nos metimos en el coche alquilado de Mila.
—Estoy muy de acuerdo con Mila —dijo Thiara.
—Oye chicas, quiero olvidarme de ese tema hoy, ¿de acuerdo? —les avisé, antes de que empezasen a soltar conclusiones sin sentido.
—Pues no haberlo dicho nada más montar en el coche —añadió Arthur, quien iba de copiloto—. Yo estoy de acuerdo con ellas dos.
—Jacob es el acertado —continuó Thiara, haciendo caso omiso de lo que dije.
—¿Y en qué te basas para ello? —pregunté.
—Tal vez, él sea el adecuado, porque el hechizo está haciendo efecto poco a poco, en vez de golpe y porrazo, que es lo que te ha estado pasando con todos.
—¿Y qué me dices de Ethan? —cuestionó Arthur
—Eme le odia, no sirve —soltó Mila. haciéndome reír.
—No, Mila —sonrió Thiara, orgullosa de sus deducciones—. Ethan, es homosexual —abrí la boca para opinar sobre ello, pero la pelirroja me interrumpió—. Solo que no lo admite.
—¡Pues que lo admita! —exclamó Arthur, más animado de lo habitual—. Así, todos contentos.
—Al menos lo hará correctamente y no engañando a su novia —soltó Mila, lo que hizo que yo me atragantase con el trago que había dado de agua. Thiara soltó una carcajada, y después me ayudó con varias palmadas en la espalda hasta que se me pasó.
—Bueno, dejadme terminar, por favor —protestó Thiara.
—Eso ha estado fuera de lugar, señorita —dijo Arthur, fingiendo estar molesto. Pero por su cara, estaba aguantando las ganas de reírse.
—Antes de que continúes, déjame añadir una cosa —opiné antes de que ella se dispusiera a hablar—. Supongamos que lo que dices es cierto. Si Jacob es el adecuado, ¿por qué sigo enamorando a los demás chicos?
—Ahí quería llegar, pero no me dejabais —resopló mi hermanastra colocándose mejor en el asiento—. Un beso.
Arthur y yo nos giramos en nuestros asientos y Mila miró por el espejo retrovisor. Los tres con el mismo gesto en la cara de no entender nada. Entonces, Thiara volvió a resoplar.
—Por dios, ¡no es tan difícil! —exclamó riéndose—. Tú y Jacob os tenéis que besar, para que el conjuro desaparezca por completo.
—¿Cómo voy a besarle? —pregunté incrédula—. Me dejó claro que no le gusto.
—¡Sí le gustas, Eme! —pegué un pequeño bote en el asiento. No me esperaba que me fueran a responder los tres al unísono.
Suspiré y me encogí en el asiento. Tal vez fuera cierto. Tal vez Jacob solo me dijo eso porque estaba confuso, y en realidad si le gustaba. Pero no quería pensar en eso. No en ese momento. Íbamos a pasarlo bien, y nada lo podría estropear.
[...]
Nada más llegar al recinto, varios empleados se presentaron como los guías de las visitas. Con otro grupo, seguimos a una de las monitoras, la cual nos llevó a uno de los teleféricos, donde nos fuimos metiendo y colocando. Eché un vistazo hacia abajo, y recordé que Arthur no solía disfrutar mucho de las alturas.
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¿Y Si Mi Poder Fuera El Amor?
HumorOs imaginareis una historia empalagosa y de lo más cursi que hayáis leído en vuestra vida... Pero no. Se trata de que de la noche a la mañana, el poder del amor está en mis venas, literalmente. Puedo Enamorar A quien Me dé La gana. Mola eh... Pues n...