Henry

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Sentada en la cama, apoyada en la pared, Emma comenzó a contar su historia a Regina que se sentó frente a ella, con las piernas cruzadas a pocos centímetros de la rubia.

Iba a enterarse de que la vida de Emma estaba lejos de parecerse a un cuento de hadas y que la rubia tenía buenas razones para mostrarse distante o a veces nerviosa.

Mientras que Regina había crecido en una familia relativamente bien acomodada y a la que nunca le faltó de nada, Emma había sido abandonada al nacer y había crecido en la miseria. Había sido encontrada al borde la carretera cuando apenas tenía unos días, y había crecido sin una verdadera felicidad y sobre todo, sin amor, de casa de acogida en casa de acogida, sin lograr nunca encontrar una familia que llegara a considerarla como hija propia. Cansada de esos malos tratos y esa vida horrible, a los 17 años decidió emanciparse y vivir por su cuenta, huyendo de la casa de acogida en la que había ido a parar después de que la familia que la había acogido la rechazara.

Saliéndose fuera del sistema de adopción, fue encadenando pequeños trabajos lo que le permitió pagarse la entrada a la universidad. Comenzó sus estudios de derecho que acabo brillantemente, lo que la ayudó para comenzar la carrera en el FBI muy joven, saliendo con éxito de la formación necesaria y llegando a ser agente federal.

Durante sus estudios, se enamoró rápidamente de Neal, un compañero de curso por el que se perdió a la primera mirada. Su relación nació muy rápido y el amor pasional que compartía con aquel hombre hizo que le pidiera matrimonio algunos meses después. A su felicidad juntos, se unió la de un embarazo deseado. Dando a luz a Henry con 20 años, Emma pensaba que había encontrado finalmente su equilibrio, una familia unida y un trabajo que la hacía feliz.

Pero algunos años más tarde, su mundo se derrumbó nuevamente.

«Neal es un fanático de las motos...» dijo ella haciendo una mueca «Desde siempre prefiere coger su moto para desplazarse antes que nuestro coche...»

Regina no dijo nada, pero no pudo evitar pensar en el cacharro amarillo que Emma llamaba "coche". Frunciendo la punta de la nariz, sintió una brizna de compasión por Neal y comprendió el hecho de que no quisiera montarse en esa tartana.

«Me estuvo dando la lata mucho tiempo para llevar a Henry a dar una vuelta» murmuró la rubia bajando la mirada «Yo siempre me negué, pues lo encontraba muy peligroso para un niño pequeño. Neal no comprendía mi posición porque para él la moto era una pasión y como todo buen padre, quería compartirla con su hijo, pero nunca le di la ocasión...»

Unas lágrimas comenzaron a aparecer por el borde de los ojos verdes de Emma.

«El 15 de marzo, ahora hará dos años, recibí una llamada a mi móvil»

Regina sintió su corazón encogerse. Sabía de antemano que la historia que Emma se disponía a contarle sería terrible. Apoyando una mano sobre la de la joven, se la estrechó dulcemente, esperando darle un poco de valor para continuar.

«Era del hospital de Boston. Me dijeron que pasara rápidamente porque algo grave había sucedido. Mi compañero en esos momentos me acompañó y me recibió el mismo cirujano explicándome que Neal había tenido un accidente»

Emma, sintiendo que los sollozos iban a comenzar, dejó pasar algunos segundos, resoplando lentamente para evitar las lágrimas. Regina no dijo una palabra, no hizo el menor movimiento, quería dejar que la joven se calmara poco a poco.

Emma retomó la historia, hablando de un tirón sin tomarse el tiempo para respirar.

«Un coche le había cortado el camino saltándose una prioridad. Él no tuvo tiempo de frenar, el choque fue terrible, matando a la conductora en el acto. Neal fue rápidamente evacuado por los bomberos en estado grave»

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora