Storybrooke

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La llegada a Storybrooke se hizo en mitad de la noche. El taxi y el hotel habían sido reservados por el FBI, dejando un poco de respiro a las dos jóvenes, que lo necesitaban.

El camino mal iluminado y la travesía a través de lúgubres bosques durante decenas de kilómetros habían terminado por minar la moral de Regina. ¿Quién no se encontraría incómoda al tener que dejar Nueva York para encontrarse perdida en el interior de Maine por no se sabe cuánto tiempo con una mujer que no era ni más ni menos que una olla a presión, pudiendo explotar en cualquier momento? Perdida en sus pensamientos, no se sorprendió al ver aparecer a lo lejos un edificio casi en ruinas, como en las películas de terror para adolescentes.

Al llegar a Granny's, un pequeño y clásico hostal a la entrada del pueblo, las dos policías tomaron posesión de sus habitaciones y no tardaron en subir y acostarse directamente.

Solo una sombra en ese cuadro, aunque separadas, las dos habitaciones compartían el cuarto de baño, lo que no entusiasmaba ni a Emma ni a Regina que había esperado poder relajarse un poco en una bañera antes de ir a encontrarse con Morfeo en el país de los sueños.

«Lo siento» les explicó la propietaria del lugar, una anciana llamada Granny «este hostal ofrece dormitorios para los campamentos de vacaciones, y compartir cuarto de baño nos ha permitido aumentar el número de habitaciones»

Emma se preguntó qué tipo de colonia podía venir a perderse en ese pueblucho, pero no dijo nada, por miedo a que la alojaran en la bodega.

Para no molestarse la una a la otra, las dos jóvenes acordaron que Regina se ducharía esa misma noche, y Emma lo haría por la mañana, y se encontrarían en la cafetería del hostal para el desayuno.

Emma abrió su mochila y tomó su camisón. Se lo puso rápidamente, y se acostó bajo las frías sábanas y algo gastadas, pero eso no la molestaba, después de un día como ese habría dormido en el suelo sin problema.

Después de unos segundos, se sobresaltó y se levantó, y se fue a hurgar en sus cosas a la búsqueda de algo que no soportaba tener lejos de ella. Enrollado delicadamente en un suéter de lana, se encontraba un portarretrato que desenvolvió y colocó dulcemente en la mesilla de noche. Después de contemplarlo unos minutos, como todas las noches Emma se durmió llorando, murmurando un "te amo" que se perdió en la noche.

El despertar fue difícil para la morena que de buena gana habría dormido algunas horas más. Se aseguró de que Emma no estaba en el cuarto de baño tocando a la puerta, entró y se dio prisa en prepararse.

Unos diez minutos más tarde, bajó a desayunar, esperando encontrarse a su compañera enfrascada en el trabajo. Pero esta no apareció sino veinte minutos más tarde, los cabellos aún húmedos y su eterna chaqueta de cuero rojo sobre los hombros.

«Buenos días, agente Swan» dijo Regina. A pesar del retraso no se lo hizo notar a Emma. Dado que debían trabajar juntas, había tomado la decisión de hacer un esfuerzo, era necesario que se acostumbraran la una a la otra.

«Días» gruñó la rubia sentándose

«No es de madrugar por lo que veo» respondió la morena sonriendo «Me he tomado la libertad de pedirle un café...pero ya hace un cuarto de hora, debe estar templado»

«No importa, gracias» respondió Emma sonriendo. Al beber una buche del frio líquido, hizo una mueca y llamó a la camarera, una morena alta con mechas rojas, vestida de manera excéntrica.

«Un chocolate caliente, por favor. Con canela si tenéis»

«Por supuesto señora, en seguida se lo traigo» La morena se marchó con la bandeja en la mano

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora