Un sheriff cansado

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El ambiente en el coche era demasiado frío, Regina conducía sin decir una palabra, sintiéndose culpable de haber sido tan brusca con Emma durante el desayuno. Se culpaba de haber herido a su nueva compañera, como a menudo, sus palabras habían sido más rápido que sus pensamientos, y no hacían sino reforzar una vez más su reputación de mujer fría y autoritaria.

Emma, en cuanto ella, se mantenía en el plan, guiando a la morena con el mapa sin extenderse en una conversación, no teniendo ganas de que la mandaran a paseo otra vez, triste al ver que la morena no quería hacer ningún esfuerzo para que el equipo que formaban funcionase.

Regina esperaba que la investigación terminase lo más rápidamente posible para cortar toda relación con la rubia y volver a su ritmo de vida cotidiano en Nueva York. Emma no tenía prisa por retomar contacto con su monótona vida que odiaba tanto, e incluso le estaba gustando Storybrooke, ya que esa investigación la alejaba de sus costumbres y pulsiones destructivas. Pero ella no se lo mostraría nunca a Regina, no quiere ser juzgada otra vez. Iría en el mismo sentido que la morena, con el riesgo de mentir sobre lo que realmente sentía en ese pueblo, la investigación estaba en primer lugar, por dejante de lo que ella podría sentir.

Estacionándose delante de la comisaria, Emma bajó rápidamente del coche suspirando.

«¿De verdad, sin reír, qué es este puesto de policía tan miserable? ¡De verdad estamos en Catetelandia!»

Regina no pudo evitar reír ante la observación de la rubia. Era verdad que las paredes agrietadas, las puertas desconchadas y el cartel "Sheriff" medio borrado no daban una sensación de modernidad al edificio que tenía ya varios decenios de vida.

Las dos jóvenes entraron en el edifico donde no reinaba una actividad desbordante y ellas percibieron que los estragos del tiempo también habían hecho de las suyas en el interior.

Al no ser muy grande, encontraron rápidamente el sitio donde se escondía el sheriff, un rubio alto, relativamente en forma, sentado tranquilamente en su escritorio, charlando con una pequeña morena sentada en frente de él, que visiblemente se había quedado estancada en los años 70 por la ropa que llevaba. La joven le acariciaba las manos dulcemente, susurrándole seguramente melosas palabras tan pasadas de moda como sus ropas.

Regina miró a su compañera frunciendo el ceño. Esta no pudo contener una sonrisa de lado, y avanzó segura hacia la pareja.

«¿Sheriff Nolan? Soy la agente Swan, y mi compañera, la agente Mills del...»

«¡FBI!, sí lo sé» respondió el hombre levantándose de la silla, y caminando hacia ellas tendiéndoles la mano.

«Encantado, yo soy David Nolan, sheriff de este pequeño pueblo y ella es Mary Margaret Blanchard, maestra del colegio»

Regina estrechó la mano del hombre, atravesándolo con una mirada seria, después posando sus ojos sobre Mary Margaret no puedo evitar sonreír y decir

«¡Veo que también da clases particulares!»

Al sentir las mejillas enrojecerse, la joven se levantó con presteza y se marchó, haciendo un gesto rápido con la mano al sheriff.

«Lo que ella hace aquí no le incumbe» respondió el sheriff con un tono agresivo «y de todas maneras...»

«De todas maneras, no me importa» respondió la morena sentándose en la silla que antes ocupaba la joven maestra. «No estamos aquí para hablar sobre sus toqueteos en la oficina, ¡si eso forma parte del modo de funcionamiento de este puesto de policía, nos haremos con ello!»

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora