Baño de espuma

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Emma golpeó suavemente la puerta del baño. Al no obtener respuesta, dejó la bolsa de la comida en el suelo y entró con cuidado.

La visión de ensueño que se ofrecía ante ella le arrancó una sonrisa emocionada. Regina se había dormido, la cabeza inclinada hacia un lado, su cuerpo inmerso en el agua caliente apenas oculto por la espuma que marcaba sus formas generosas. Sus cabellos húmedos hacia atrás, parecía serena y feliz, ciertamente perdida en un sueño dulce teniendo en cuenta la sonrisa que reposaba en sus labios.

Sin querer despertarla, Emma se arrodilló al borde la bañera y contempló a la bella morena durante unos minutos. Perdida en sus pensamientos, intentaba imaginarse en pareja con una mujer. Esa simple idea la habría hecho reír a carcajadas hace unos días...pero ahora esa hipótesis le envolvía el corazón cálidamente. Pero no con una mujer, no...con Regina Mills, y solo con ella.

Al darse cuenta de que el tiempo pasaba, Emma hundió su mano en el agua para verificar la temperatura. Al encontrarla apenas templada, abrió el agua caliente para que Regina no cogiera frío.

El chorro de agua caliente circulando por la bañera hizo suspirar a la morena e hizo sudar a Emma. El chorro de agua movió la superficie de agua, desplazando la espuma lentamente, dejando aparecer el pecho de Regina. Emma tragó saliva con dificultad, con la boca abierta antes esos dos magníficos globos bronceados que aparecían como por magia. Esa sensación de calor despertó a Regina que abrió poco a poco los ojos mientras giraba la cabeza, y encontrándose cara a cara con la rubia que la miraba con deseo.

«¿Le gusta lo que ve, agente Swan?» murmuró la morena con voz ronca.

Emma balbuceó algunas palabras totalmente incomprensibles, intentando justificar vagamente el hecho de que no, de que no estaba mirando, pero no consiguió pronunciar palabra con sentido.

«Podría arrestarte por esto, ¿sabes?...espiar a la gente desnuda en su baño, va contra la ley» dijo Regina incorporándose despacio, dejando aparecer sus pechos perfectos cubiertos de blanca espuma.

Aún de rodillas, la rubia vaciló ligeramente al ver aparecer los senos de Regina a pocos centímetros de su cara. Estaba tan roja que la bella morena no tendría ningún problema en adivinar los pensamientos que le podían estar pasando por la cabeza en ese momento.

Regina se inclinó un poco hacia delante, apoyó su mano en la mejilla de Emma, acariciándola con un tierno gesto. Después agarrándola por la nuca, la atrajo hacia ella hasta posar sus labios en los de la rubia, besándola apasionadamente.

Emma suspiró y se dejó ir, deslizando instintivamente su lengua entre los labios ahora familiares de Regina que comenzó a jugar con ella. Parándose algunos minutos más tarde solo para coger aliento, las dos mujeres se miraron a los ojos, jadeantes y deseosas de pasar la frontera de un simple beso.

Regina, al no querer poner incómoda a su compañera, le sonrió e inclinó la cabeza a un lado

«¿Quieres que vayamos a comer? Salgo en un par de minutos»

Sin decir una palabra, Emma se levantó y bajó la cremallera de sus botas y se las quitó rápidamente, haciéndolas volar al fondo de la estancia. Después hizo pasar su suéter por la cabeza, e hizo lo mismo con su camiseta que acabó a los pies de la bañera.

La mandíbula de Regina casi rozó el suelo cuando vio que Emma estaba desnuda de cintura para arriba delante de ella.

«Te recuerdo que tú tienes mi sujetador» dijo Emma con un guiño, al ver la mirada perversa de la bella morena.

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora