Revelaciones

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Después de haber comido un tentempié en el puerto, las dos agentes habían previsto ir a interrogar a la joven Belle French, responsable de la biblioteca del pueblo.

Al trabajar en el edificio que había servido de escenario para el salto del ángel de la joven Anastasia, las dos mujeres esperaban poder matar dos pájaros de un tiro: interrogar a la joven y analizar la torre del reloj con el fin de descubrir huellas y recoger algunos indicios que las hiciera avanzar en la investigación, que de momento no había progresado mucho.

Pero desafortunadamente para ellas, la tarde no se desarrolló como lo habían previsto.

Belle había tenido que acompañar a su padre al hospital, ya que este se había peleado con un individuo de malas pulgas armado con un pico, y la riña se había transformado pronto una gran pelea que acabó con el hombre casi k.o en la acera.

El agresor había sido detenido por el sheriff, y se pudo saber que este era un asiduo de las celdas de Storybrooke, y que los arrestos por estado de embriaguez agrandaban de manera regular su expediente ya bien repleto.

La joven había avisado a las dos agentes mientras estaba con su padre en la ambulancia de camino al hospital. Regina quería ir a reunirse con ella en el lugar, pero finalmente la angustia de Belle la había conmovido y decidieron postergar el interrogatorio para el día siguiente.

Emma y Regina entonces habían vuelto al hostal, y se habían puesto a revisar el expediente del caso en la habitación de la morena. Las fotos y diversos documentos estaban desperdigados sobre la cama, Emma pasaba a limpio las notas que habían tomado esos dos últimos días, Regina yendo de aquí para allá, intentando encontrar elementos comunes en la dos escenas del crimen.

El teléfono de Regina sonó, dejando escuchar la voz de director Gold que quería noticias.

Aparentemente de mal humor, pidió un informe completo a las dos agentes, que sin embargo no pudieron darle mucha más información.

La conversación duró más de dos horas, durante las que Emma y Regina fueron llamadas al orden, el director les explicó de manera clara que si no aparecía ninguna pista al final de la semana, las dos serían degradas y enviadas a la punta del país.

El mal humor de su superior tuvo por efecto molestar a Emma que decidió no ir a comer para hundirse en el caso.

«¡Es absurdo Emma! Debe comer algo, ¡desmayándose a cusa del hambre no vamos a avanzar en la investigación!»

«¡No iré a ningún lado! ¿Ha escuchado a Gold? ¡No deseo verme controlando el tráfico en un pueblucho de Misuri!» respondió la rubia lanzando una foto sobre la cama.

La cara de Emma hizo ceder a la morena que acabó sentándose a su lado.

«Deme el gusto, ¿de acuerdo? ¡Nos quedamos aquí trabajando, pero llamo a un chino, una pizza o lo que haya en este pueblo, y come aquí conmigo!»

Ante la mirada insistente de Regina, la joven rubia se animó un poco...

«Ok...pero pida alcohol también...mucho alcohol, la tarde va a ser larga y lo necesito»

Frunciendo el ceño, Regina quiso rechazar la propuesta de la rubia, pero finalmente pensó que una copa tampoco le vendría mal. Asintiendo con la cabeza, buscó en su teléfono un restaurante que les atendiera rápidamente. Encontró el número de una pizzería donde encargó algo para comer y sobre todo bebida.

Más pasaban las horas, más los vasos se llenaban y más las botellas se vaciaban, y menos giraba la conversación sobre la investigación.

Con la ayuda del alcohol, sentadas cruzadas de piernas en la cama, se abrían más fácilmente la una a la otra, intercambiando anécdotas, historias. Al principio centradas en investigaciones que ambas habían llevado a cabo, detales de las víctimas, colegas de trabajo, situaciones a veces caóticas, y poco a poco la charla giró hacia temas mucho más personales.

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora