Una historia de coches

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Sentadas en el coche, delante del apartamento del asesino, Emma y Regina hablaban abiertamente de su posible futuro, la rubia acariciando dulcemente la mano de su compañera, y suspirando.

«Cuando todo esto termine, se lo contaré a Neal»

Regina no pudo evitar sonreír. Había imaginado que Emma desearía retrasar esa revelación, que le pediría que le dejara tiempo para acostumbrarse y que Neal se convertiría rápidamente en un freno a su relación, pero Emma había abierto los ojos. El hecho de que la rubia haya decidido divorciarse llenaba de felicidad el corazón de su compañera.

Emma pudo sentir esas dudas y sonrió a su vez al ver el brillo de felicidad mostrarse en los ojos marrones de su amada.

«Has producido un cambio en mi interior, Gina. Hace dos años que quería dejarlo con Neal, pedirle el divorcio y poner distancia entre nosotros...gracias a ti, voy a poder hacerlo finalmente. Pero, te necesitaré» confesó ella bajando los ojos «No me abandones, por favor, si no yo..yo voy...»

Emma no tuvo tiempo de acabar su frase, los labios de la morena se posaron en los suyos en un tierno beso. Después de unos segundos, Regina retrocedió suavemente y puso su mano en la mejilla de la rubia.

«Estoy aquí, Emma, y me quedaré contigo. Tan pronto como hayamos acabado con este enfermo mental, volveremos juntas y te ayudaré a hacer lo que sea preciso. Puedes contar conmigo, te lo prometo»

Frente contra frente, las dos jóvenes permanecieron largos minutos mirándose a los ojos, besándose y acariciándose la una a la otra. Después, Emma frunció la punta de su nariz, y retrocedió ligeramente.

«Gina, tengo algo que confesarte» dijo agitando nerviosamente los dedos.

«¿Qué?» preguntó inquieta la morena.

La rubia bajó la mirada e inspiró.

«Tu coche...»

«¿Qué pasa con mi coche?» preguntó Regina, sin comprender muy bien lo que Emma quería decirle «¿Has tenido noticas del taller? ¿Ya está reparado?»

«Oh, euh, no...lo que quería decirte es que...fui yo la responsable» dijo la rubia mordiéndose el labio.

«¿La responsable de qué?»

Regina frunció el ceño y de repente una expresión de estupor apareció en su rostro.

«Emma, ¿no me digas que fuiste tú...mierda...fuiste tú quien destrozó mi coche?»

Su voz grave resonó en todo el coche, la rabia subiéndole poco a poco.

«Lo siento Regina, lo siento mucho...ese día estaba muy enfadada, sabía que Gold me iba a dar una mala noticia...Y Neal me había sacado de quicio nada más levantarme...vale...escucha...no tengo excusas, lo sé, pero...»

«Ah, no, no tienes excusas» respondió Regina interrumpiéndola. «¿Tienes una mal día y así por las buenas decides vengarte en alguien a quien ni siquiera conoces? ¡Bella mentalidad, señorita Swan!»

Emma no sabía qué más decir en su defensa. De todas maneras, dijera lo que dijera, su comportamiento era inexcusable, había reaccionado como una chiquilla, y ahora se culpaba más que nunca.

«Estoy totalmente arrepentida, Regina, te lo prometo»

«Ahora comprendo por qué insististe tanto en llevarme al hotel y en llamar a la grúa. Eres una bribona Emma, ¿lo sabes?» dijo la morena hundiendo su mirada en los ojos verdes de la bella rubia.

Asesinato en StorybrookeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora