- ¡Ah! Perfecto, justo a tiempo – era Mr. George que se notaba que había estado esperándonos. Gideon apareció y me guiñó un ojo. – Venid, tenéis que prepararos para la reunión.
Gideon me cogió de la mano y fuimos al taller de Madame Rossini (exactamente a los vestuarios) para asearnos y estar presentables para la reunión.
Cuando terminamos, Mr. George nos condujo a la Sala del Dragón que se empezaba a llenar de gente, y nos mandó sentar a un lado de la sala.
Al cabo de un rato, se cerraron las puertas y la reunión comenzó.
- Sucedidos los pasados acontecimientos, debemos llevar a cabo un estudio a fondo para lograr alcanzar una decisión. – Falk de Villiers se levantó de la silla para hablar en alto. – Por favor traigan al prisionero.
Las puertas de la sala se abrieron y Mr. Whitman (el conde) entró agarrado por unas esposas y seguido por varios Vigilantes que lo sujetaban para que no se escapara.
- Muy bien, empecemos. – Ojeó unos archivos y levantó la vista hacia el conde - ¿Ciertamente es usted el conde de Saint Germain fundador de la logia secreta del Conde de Saint Germain?
- Sí. – sólo dijo eso
- ¿Y cómo puede justificarlo, dado que vivió hace más de 200 años? – preguntó Falk.
- Como muchos sabrán, soy inmortal – nos miró de reojo a Gideon y a mí – o lo era. Cada vez que moría me reencarnaba, hasta que hace 17 años, casi 18, se me fue arrebatado ese placer por su culpa. – se giró bruscamente y me señaló. – Al nacer ella, el Rubí, la que cierra el círculo, mi capacidad de ser inmortal fue trasladada a ella. Yo no la recuperaría hasta que el círculo de los doce se cerrara y el secreto fuera revelado junto con mis planes. ¡El elixir de la inmortalidad! Y sólo funcionaría conmigo si ella moría y ella sólo podría morir si ella se quitaba la vida. ¡Por eso fundé todo! Para poder seguir siendo inmortal. Y la única manera de que ella se quitara la vida era amenazando con quitarle la vida a uno de sus seres queridos ¡A él! – esta vez señaló a Gideon. – Peró no cedió y tuve que asesinar a mi descendiente, al pobre chico. Mas no funcionó porque al parecer él también era inmortal, algo que no entiendo, pero lo es. – todo lo dicho lo dijo gritando. Furioso.
Falk dio una palmada a la mesa cargado de ira e impaciencia.
- ¡Cálmese! – gritó – Con que la magia del cuervo es esa y la de ver... cosas
– dijo para sí. – Ahora responda. ¿Sobrevivió Lord Alastair?
- ¿A qué?
- ¡Al ataque de Gideon! – respondió encolerizado Falk.
- Claro que sí. Yo llegué al minuto de que ellos desaparecieran y le ayudé. – dijo el conde.
- ¿Por qué?
- Porque su intención era matar a Gwendolyn – aparte de a Gideon – y ahí todavía no sabía que ella era inmortal, pero necesitaba su muerte como ya he explicado. – soltó
- Muy bien, su papel en esta primera reunión ya no es necesario.- Volvió a bajar la vista hacia sus archivos – Llévenselo de vuelta a las mazmorras. – el conde desapareció tras las puertas – Nos queda mucho trabajo por delante. Ahora, prosigamos. Gideon, acércate – dijo Falk.
Gideon asintió y se levantó. Se dirigió con paso firme al centro de la sala y permaneció quieto.
- Cuéntanos con todo detalle desde el momento que te mandamos a ver al conde con Gwendolyn hasta tu vuelta. – dijo Falk sin ni siquiera mirar a Gideon.
- Muy bien. En el momento que Gwendolyn y yo abandonamos el presente, aterrizamos a pocos metros del conde y a su lado, Rackoczy. La habitación estaba iluminada por unas cuantas velas y la chimenea y además no era muy grande. El conde nos recibió bien, sentó a Gwendolyn en un sofá y le tendió una taza de té. A mí me repitió mi misión y desaparecí. Cuando llegué de vuelta lo primero que vi fue a Gwendolyn sentada en el escritorio con unas pastillas en la mano. No duró ni un segundo porque nada más llegar sentí cómo seis balas me atravesaban el vientre y el pecho y puse una expresión de horror mientras me caía al suelo. Noté cómo la sangre se esparcía a mi alrededor y el conde cayó al suelo seguido del Dr. White y Gwendolyn apareció sobre mí. Supe que algo no iba como debería ir pues ya no me dolían las heridas, se cicatrizaron y me levanté. Abracé a Gwendolyn y nos fuimos a sacar a los que estaban encerrados en la Sala del Dragón. Después de eso ya lo saben todo.
- ¿Estás diciéndonos que Gwendolyn y tú sois inmortales? – preguntó Falk un poco irónico.
- Sí.
- "Rojo Rubí con la magia del cuervo dotado, sol mayor cierra el círculo que los doce han formado" – recitó Falk – En fin, tendremos que sopesarlo. ¿Estás contándonos la verdad? ¿Acaso nos estás ocultando algo? – preguntó Falk inseguro.
- Sí, estoy diciéndoles todo y la verdad.
- Dime, ¿pudo ser que Lucy y Paul por casualidad mencionaran dónde se hallaba el segundo cronógrafo?
- No, no mencionaron nada – Gideon puso cara de indiferencia.
- Vale, puedes sentarte – finalizó Falk. Durante unos minutos Gideon y yo nos estuvimos mirando a la vez que Falk hablaba por lo bajo con los demás Vigilantes.
- Sigamos, pues – Falk anotó algo y me miró – Gwendolyn, acércate.
Tragué saliva y fui temerosa al centro de la habitación y esperé.
- Gwendolyn, no hace falta que nos cuentes lo que Gideon ha dicho. Por favor di cuándo supiste que eras inmortal y cuéntanos tu misión en la que el conde te amenazó. – asentí.
- Cuando Gideon y yo viajamos al baile al que nos habían invitado, fuimos a una habitación con Lady Lavinia, porque quería enseñarnos algo – que mentira les estaba soltando (porque no quería decirles que en realidad había huido yo de Gideon muerta de celos en vez de seguir con nuestro plan) – De repente Lord Alcott apareció junto a Lord Alastair y Lavinia se separó de nosotros y se unió a ellos. Gideon y yo estábamos desarmados y él intentó llegar hasta la chimenea para coger una de las barras de hierro. Cuando lo consiguió empezó a luchar contra Alcott y Lord Alastair, pero Lord Alastair se separó y me clavó su espada debajo del pecho antes de que yo pudiera reaccionar. Noté cómo la vida se me escapaba, pero no sé cómo, volví a respirar y me encontré con ustedes. El Dr. White dijo que Gideon había exagerado, pero no era así. Gideon tenía razón, la espada me había atravesado la aorta, sabía que no sobreviviría, pero lo hice y por eso Gideon y yo llegamos a esa conclusión, bueno, en realidad llegó él solo.
- Muy bien , ahora cuéntanos tu visita al conde – contribuyó a decir Falk de Villiers.
- Cuando Gideon se fue. Rackoczy me ofreció azúcar y no tuve más remedio que decir que sí pues el conde insistía. El conde sabía que yo conocía sus intenciones y esta vez me las confirmó. Ya saben cuáles eran. Duró mucho, pero empecé a sentirme mareada y lo último que vi fue la sonrisa de Rackoczy. Cuándo me desperté oí cómo el conde golpeaba al Dr. White y este se derrumbaba en el suelo inconsciente. Abrí los ojos y el conde, bueno, Mr. Whitman me explicó lo de la reencarnación, que él era el conde de Saint Germain y que lo que había hecho que en el pasado me desmayara eran unas pastillas de cianuro en vez de terrones de azúcar, pero no había funcionado, así que me dijo que yo me las metiera en la boca. Dije que no y me amenazó con que en el instante en que apareciera Gideon, lo mataría. No pensé que aparecería pero lo hizo, lo demás ya se lo ha contado Gideon.
- ¿Sabes dónde tienen tus padres escondido el cronógrafo?
- No – finalicé
- Perfecto, siéntate – volví a mi sitio y Gideon me cogió de la mano. Falk y los demás volvieron a hablar.
- Muy bien, podéis retiraros, ahora nos toca hablar y sopesarlo todo a nosotros. Adiós – se despidió Falk de nosotros.
Gideon y yo salimos de la sala del dragón y las puertas se cerraron tras nosotros.
- Ha ido bien, ¿no? – dijo Gideon
- Sí, ¿nos vamos? – me tendió el brazo y me acompañó hasta la puerta. Me llevó en su moto a mi casa para prepararme y él se fue a la suya.
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Diamante
FanfictionCruza las fronteras del tiempo y encuentra el verdadero amor. ~No confíes en él más que en ti misma~ Grace