44.- Abel

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La patada que me propicio Piper me saco el aire, grite con ganas y un dolor marca diablo. Monse seguía sangrando en la pared mientras que yo me retorcía de dolor en el suelo.

-Abel deja de chillar como niña y levántate- masculla Monse.

-Ojala fuese simple-

Aún sentía dolor cuando me logre parar. Las dos únicas armas que teníamos eran el tridente y los cuchillos de Monse. Un paracaídas plateado bajo del cielo con un paquete de primeros auxilios.

¡Maldito Mayo! Por fin me daba mi primer regalo. Me lave la herida del costado acto seguido me la vende. Cada vez que caminaba, sentía dolor en mi costado. La daga de Charlie me daño lo suficiente para que cuando hiciera un movimiento brusco me lastimara.

Me acerque muy despacio donde estaba Monse. Le pase el botiquín; en menos de cinco minutos ya estaba de pie. El calor no hacía nada más que lastimarnos más y más.

Lentamente nos empezamos a mover en la arena para buscar un refugio pero cuando intentamos doblar una esquina, se oye un fuerte chasquido y veo un espacio abierto a lo largo de la calle. Entonces Monse sale volando hacia atrás, expulsada por el campo de fuerza y me derriba.

Huele a chamuscado.

-¿Qué fue eso?- pregunto mirando a través de la calle vacía.

-Creo... creo que... Campo de fuerza- termina Monse.

-¿Campo de fuerza?

No hay tiempo para más palabras porque el cielo quedo oscuro. No oscuro como si fuese a ocurrir una tormenta. Si no oscuro antinatural. A lo lejos escuchamos un bramido.

-¿Qué coño es eso?- dice Monse.

-No lo sé pero esto no me está gustando nada-

Cada vez escuchamos más cerca el bramido. Ayudo a Monse a ponerse en pie para que sigamos moviéndonos. Intentamos doblar varias esquinas hasta que nos dimos cuenta de que era inútil. Un campo de fuerza lo impedía. De igual forma intentamos entrar en los edificios pero obtuvimos el mismo resultado. Inclusive por las ventanas sucedía lo mismo.

-¿Crees que los vigilantes nos están conduciendo a algún lado?-

-Sí –Respondo y continuo dando una explicación- solo quedamos cuatro. Piper, Charlie, tú y yo. Creo que nos están enviando a un lugar donde nos enfrentemos para que esto acabe-

-Pero ¿Y los bramidos?-

-Eso no lo sé- respondo pensativo.

Seguimos moviéndonos hasta que cae la noche. En el cielo, vemos las caras de Kike y Aruamy. Himno, sello y fuera. No ha habido más muertes. Supongo que Piper y Charlie se aliaron o cada uno está por su lado. En todo caso, Monse y yo tenemos ventaja. Aún somos un equipo, pero a la primera oportunidad que pueda la traiciono.

Hago la primera guardia. Monse se duerme tranquilamente. Durante la guardia no pasa nada interesante. Me examino la herida pero veo que tardara demasiado en curarse. Afortunadamente no me daño ningún órgano interno pero si me perjudica demasiado el hacer un enorme esfuerzo. Cuando considero que ya paso mucho tiempo, despierto a Monse.

-Buenas noches- le digo antes de acostarme a dormir.

-¡Abel!- grita Monse y despierto.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora