CHARLIE
Después de que entra la chica del Distrito 5, pasan quince minutos y me hablan.
Cuando entro en el gimnasio, la gran mayoría de los vigilantes están observando lo que hago. Me dirijo hacia donde están las dagas y tomo una.
La hoja triangular mide aproximadamente cincuenta centímetros y es plateada. El mango del arma es de madera. Cierro mi puño sobre la daga y empiezo a hacer unos movimientos con la daga. Después de eso, me paso al arco y la flecha y comienzo a disparar a los blancos.
Cuando termino, los vigilantes me dan las gracias y me dicen que me puedo retirar. Observo en sus caras que mi exhibición les ha aburrido. Con temor ante la puntuación que me otorgaran, salgo del gimnasio y entro en el elevador. Pulso el número 6 y el elevador comienza a moverse.
“Demonios –pienso- Mi habilidad con el arco y la flecha ha mejorado considerablemente y ya soy capaz de dispararle a los blancos en movimiento” Solo espero que a los Vigilantes les haya gustado mi exhibición de mi talento.
Consigo llegar a mi planta antes de que las lágrimas empiecen a bajarme por las mejillas. Oigo que los demás me llaman desde el salón, pero salgo corriendo por el vestíbulo hasta llegar a mi cuarto, cierro con pestillo y me tiro en la cama. Ahí es cuando empiezo a llorar de verdad.
Tardo al menos una hora en llorar todo lo que puedo; después me quedo hecho un ovillo en la cama, acariciando las sábanas de seda, viendo cómo se pone el sol sobre la artificial silueta de caramelo del Capitolio.
Sin embargo, sé que los Vigilantes me darán una puntuación tan baja que nadie en su sano juicio querrá patrocinarme. Eso es lo que pasará esta noche. Como los telespectadores no pueden ver el entrenamiento, los Vigilantes anuncian la clasificación de cada jugador, lo que le da a la audiencia un punto de partida para las apuestas que continuarán durante todos los juegos. El número, una cifra entre uno y doce, donde el uno es rematadamente malo y el doce inalcanzablemente bueno, representa lo prometedor que es el tributo. La nota no garantiza quién ganará, no es más que una indicación del potencial que ha demostrado el tributo en el entrenamiento. Debido a las variables del campo de batalla real, los tributos con puntuación más alta suelen caer casi de inmediato y, hace unos años, el chico que ganó los juegos sólo recibió un uno. En cualquier caso, la clasificación puede ayudar o perjudicar a un tributo en la búsqueda de patrocinadores. Yo esperaba que mis habilidades con el arco y la daga me dieran un cuatro o un cinco, aunque no tenga mucha fuerza física, pero ahora estoy seguro de que tendré la nota más baja de los veinticuatro. Si nadie me patrocina, mis posibilidades de seguir vivo se reducirán casi a cero.
Cuando Marie llama a la puerta para la cena, decido que será mejor ir. Esta noche televisarán el resultado de las puntuaciones y no puedo esconderme para siempre. Voy al baño y me lavo la cara, aunque sigue roja y moteada.
Evito mirar a los demás a los ojos mientras me tomo a cucharaditas la sopa de pescado; está salada, como mis lágrimas.
Los adultos empiezan a chismorrear sobre el tiempo y yo dejo que Lena me mire a los ojos. Ella arquea las cejas, como si preguntara: “¿Qué ha pasado?” Me limito a sacudir la cabeza rápidamente. Después, cuando llega el segundo plato, oigo decir a Hezel:
-Bueno, basta de cháchara. ¿Lo hicieron muy mal hoy?-
-Creo que da igual --responde Lena-. Cuando aparecí, nadie se molestó en mirarme; estaban cantando una canción de borrachos, creo. Así que me dediqué a entrenar con los cuchillos hasta que me dijeron que puedo irme-
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Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)
Hayran KurguMi vida anterior ya no existe más, una nueva se ha iniciado: correr, pelear y sobrevivir. Sobrevivir no será tan sencillo. El pánico se comienza a adueñar de mí. No puedo estar aquí. Pelear es esencial. Pero las preguntas sin respuestas me atorme...