Deseos

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Deseos

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Removió el contenido de la taza con una cucharilla, mirando el líquido amarronado dar vueltas mientras se planteaba las posibilidades para ganar el desafío impuesto por su alumno.

Ese Dame lo tenía bien escondido, no se había dado cuenta de que estaba enamorado de alguien hasta ahora. El fingir bien era algo que él mismo le había inculcado, y debería sentirse orgulloso, pero eso habría sido en una situación que no le afectara directamente.

En primera instancia hubiera pensado que era Kyoko, pero el chico parecía haberse rendido con ella, pues había notado que ya no se sonrojaba o tartamudeaba con su presencia. Por tanto, ella no podría ser.

Haru también lo veía improbable, no actuaba como un tonto frente a la castaña, así que era bastante descartable.

A Dino le consideraba su hermano mayor, asi que no, pero podría tener información que le pudiera otorgar alguna pista. A Xanxus le tenía demasiado temor, imposible también.

Byakuran y Enma eran posibles candidatos, pero también algo improbables. Aunque el Simon tenía más papeletas —y por tanto, más posibilidades de morir— al tener tantas cosas en común con el castaño.

Entonces era cuando pasaba a los guardianes, los más cercanos a su estudiante.

Gokudera y Yamamoto estaban fuera, Tsuna solo les consideraba como sus mejores amigos. Además, a esos dos se les notaba la atracción que tenían el uno por el otro, solo que ninguno tenía el valor de declararse.

Chrome también era dudable, menos que las otras féminas, pero no lo creía posible, al igual que Ryohei.

Los que veía más sospechosos eran Hibari y Mukuro. Esos dos eran los que más posibilidades tenían, y sus acciones eran impredecibles, asi que debía vigilar de cerca las reacciones del castaño frente a ellos.

Suspiró, ese chico le daba dolores de cabeza. Era tan sumamente despistado que no se daba cuenta de lo que su inocencia le provocaba. Incluso Colonello, quien vino una sola vez a visitarles desde que recuperó su aspecto, se había percatado de que sus intenciones con el castaño no eran tan solo como tutor.

Y Tsuna, que le veía todos los días, no era capaz de percatarse. Y eso que debería ser fácil para él gracias a su hiper intuición.

Pero así era su alumno, inocente a más no poder y más despistado que nadie.

Sonrió al escuchar el sonido de la ducha junto a la dulce voz del castaño cantando alguna melodía desconocida. Su actitud podía llegar a ser tan infantil, y poseía tal ingenuidad, que hacía que se viera adorable ante sus ojos, más cuando esbozaba aquella cálida sonrisa que podría alegrar incluso un funeral.

Dios, ¿cuándo había llegado a ser tan sumamente cursi como para pensar ese tipo de cosas?

Toda la culpa la tenía Dame-Tsuna, el mismo que se duchaba tranquilamente, sin darse cuenta de todas las reacciones que le provocaba.

Claro que lo que Reborn no sabía era que el joven castaño también tenía sus propios problemas mentales.

Había terminado de ducharse, y se miraba al espejo, limpiando el vapor impregnado en él con una mano mientras contemplaba con molestia su reflejo.

Contrario a lo que hubiese deseado, su cuerpo no había adquirido musculatura —como se hubiese esperado de los espartanos entrenamientos de su tutor—, sino que más bien se había afinado, haciendo que pareciera el cuerpo de una chica. Prueba de ello era su cintura tan afeminada y sus delgadas piernas que, si bien había crecido con los años, era más bajo que la media de los chicos de su edad.

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