Sonne

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Sonne

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Abrazó su almohada un poco más, sintiendo que se despertaba pero sin querer hacerlo. Quería seguir durmiendo, estaba calentito y cómodo, y esa almohada había resultado ser muy moldeable para sus brazos ¿qué más podía pedir?

—No soy tu peluche, ¿lo sabías, verdad? —dijo una voz que reconoció como la de su tutor, y entreabrió con pereza uno de sus orbes chocolate para saber a qué se refería.

Se sonrojó instantáneamente al verse abrazado a quien antes había considerado una almohada, y se separó todo lo posible.

—¡Lo siento! —se disculpó, sabiendo que su atrevimiento podía ser castigado por un buen mazo-Leon.

Contrario a lo que creía, el mayor tan sólo rió ante su expresión, la cual era una mezcla entre la vergüenza y el miedo.

—Eres un crío, ¿seguro que tienes dieciocho años? —Tsuna hizo una expresión molesta ante su burla—. Parece que estás mejor, pero un buen jefe no se desmorona por una pesadilla, que lo sepas.

—Nunca accedí a ser jefe, y lo sabes —recordó—. Pero… gracias —esbozó una leve sonrisa.

—No me las des —restó importancia—. Después de todo, es mi trabajo como tutor tener que consolar a mis alumnos.

—Claro… —agachó la mirada con algo de tristeza.

Había sentido mucha calidez cuando había estado abrazado al azabache, tanta que por un momento pensó que estaba ahí como algo más que por ser su tutor. Era un tonto, eso estaba claro.

Era un completo idiota. ¿Quién le mandaba a enamorarse de Reborn? ¡Ni en años se fijaría en él!

Seguía siendo torpe, su cara no había cambiado mucho pese al tiempo y seguía pareciendo un niño. Parecía más un crío que un adolescente con mayoría de edad.

—¿Y bien? ¿Ahora sí me vas a contar lo que soñaste? —preguntó, sacándole de sus deprimentes pensamientos.

—Ah… bueno… —dudó, sin saber muy bien cómo responder.

Su pesadilla había consistido en dos partes.

La primera era como su mayor sueño hecho realidad, el día en el que su tutor sí correspondía sus sentimientos y eran felices juntos, sus amigos estabran alegres, y su felicidad era completa.

Claro que después vino la segunda, la que no había sido tan agradable ni de lejos. Veía como su familia era tiroteada, asesinada por sombras desconocidas a las que no podían hacer frente, las mismas que le arrebataba todo lo que quería.

Y lo peor era que el mismo Reborn había sido dado por tratar de salvarle.

Fue entonces cuando se había despertado, y al ver ahí a su tutor, no pudo resistirlo y echó a llorar, abrazándolo para saber que estaba bien, que todo había sido una realidad inexistente y que estaba vivo.

—Dame-Tsuna, ¿estás bien? —ante el llamado, el castaño alzó la mirada y asintió.

Le contó la historia algo modificada, no le diría sus sentimientos pues no estaba preparado para ser rechazado. Mientras no lo supiera, seguiría tratándole como su alumno y estaría cerca de él, y con eso le servía.

—Reconozco que es algo tonto ponerse así por un mal sueño, pero… —fue interrumpido por Reborn, quien le sacudió los cabellos con una sonrisa.

—Tranquilo, ya sabía que eras un Dame —eso era un consuelo, a su estilo, pero consuelo—. Asi que no es nada nuevo. Solo trata de no pensar en algo así, o se verá reflejado en tus sueños.

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