Ilusión

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Ilusión


—¿El Vongola ha desaparecido?

Esa fue la pregunta que pudo formular ante la información dada, arqueando una ceja.

—Eso es, ¿lo has visto?

—La última vez que lo vi fue cuando me sacó de Vindice, desde ahí no lo he vuelto a ver por aquí —dijo—. Pero ya me suponía que pasaría algo así, Arcobaleno.

—¿Y eso por qué? —se cruzó de brazos.

—Es muy ingenuo, pero no es tonto. Sabía lo peligroso que era ser el décimo Vongola y la responsabilidad que conllevaba. Sin embargo, no creo que se fuera por eso.

—Déjate de rodeos, ¿qué sabes? —dijo malhumorado. Algo normal teniendo en cuenta la situación.

—En realidad sólo son suposiciones. He visto la actitud que mostraba, y no creo que haya cambiado, pero algo me dice que las circunstancias sí.

—Aclárate, no tengo tu día.

—Oya, oya, tranquilo. El Vongola es fuerte, no creo que lo hayan secuestrado. Si fuera así, ya te estarían pidiendo recompensa —sonrió—. Creo que se ha ido por su propio pie porque no soportaba estar aquí. Algo normal teniendo en cuenta de quién estaba enamorado —rodó los ojos—. Deberías haberlo tratado mejor, Arcobaleno.

En realidad, Mukuro sabía tanto porque Chrome se lo había contado. La chica estaba muy atenta a su Boss, y la intuición femenina le había hecho darse cuenta lo que ocurría con el castaño.

Claro que Reborn, ante sus palabras, no pudo hacer más que aumentar su rabia. Si ese idiota de Hibari se había atrevido a rechazar sin tacto a Dame-Tsuna, lo mataría.

Claro que ahí también entraban los celos... y eso era mucho peor.

—Yo creo que lo mejor es dejarlo en paz. Ya volverá, no tiene a dónde ir —se encogió de hombros.

—No pienso dejarlo estar, lo voy a encontrar.

—¿Y si él no quiere volver?

—Lo traeré a rastras.

Mukuro suspiró. Comprendía la actitud de Tsunayoshi, suponía lo que había pasado. Vamos a ver, esos dos vivían juntos, debió ser un suplicio para el castaño estar tan cerca sin poder declararse.

Y el Arcobaleno no era conocido por su tacto con las personas. Seguramente, había rechazado sin piedad al chico, y este se había marchado con el corazón roto.

Lo entendía, ¿quién podría vivir junto a la persona que ama sin ser correspondido?

—Denada, eh —dijo al ver que se marchaba sin agradecer.

Simplemente agitó una mano y salió del lugar.

El ilusionista miró por la ventana, contemplando el bosque. Se le hacía todo eso extraño, Tsunayoshi era fuerte, podía soportar el dolor, y no era tan insensato de irse sin dinero ni nada.

—A menos que...

Un recuerdo asaltó su mente, y maldijo a todo lo que se le ocurrió en el momento.

Ya sabía dónde podía estar ese chico.

•~•

¿Qué estaba ocurriendo exactamente?

Esa pregunta atormentaba al ex-arcobaleno del sol, mirando a todos lados, cubierto por su fedora, en busca de una melena castaña anti-gravitatoria, buscando una sonrisa cálida, una voz dulce y tartamudeante.

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