13. Oops, despertaste en mi cama p. II.

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—Pero, mamá... El desayuno es en media hora —te excusaste bloqueándole el paso. Pero al parecer pareció importarle un bledo porque te apartó con una mano y se adentró a la sala de estar.

Tenías los nervios de punta, incluso comenzaste a rezar para que no cruce la puerta blanca que daba a tu habitación.

—Me quise asegurar de que no vayas a faltar. ¿Por qué tienes esa sabana enrollada al cuerpo? —se cruzó de brazos.

Tu labio inferior comenzaba a delatarte pero tu mano salió disparada a tu boca para tratar de ocultarlo.

—Me estaba comenzando a vestir cuando... Cuando llegaste —sonreíste.

—(tn), Dios, —miró hacia el pequeño espacio que quedaba de la puerta de tu habitación— tienes esa habitación echa un desastre. ¿Cómo puedes dormir en ese lugar? Voy a...

—¡NO! —te atravesaste en su camino y te plantaste para evitar que siguiera caminando.

«Por Dios, si a Sebastian se le ocurre abrir la puerta desnudo a mi madre le daría un infarto» pensaste.

Ella te miró adivinado que algo estaba pasando, esa mirada que te echan las madres cuando saben que estás mintiendo pero aun así fingen creerte. Pero ese no era el caso.

Hizo una mueca negando con la cabeza y se dio la media vuelta, caminando hacia la puerta de salida.

—No sé que estés ocultando, (tn) (ta) pero espero que no olvides el desayuno ya que es muy importante para nuestra familia. —suspiró con cansancio— Sería una enorme dicha si llegaras acompañada. De un hombre de verdad.

Pusiste los ojos en blanco mientras asentías.

Tu madre sonrió sin muchas ganas y cerró la puerta tras su salida.

—Es linda, me agrada —dijo una voz masculina a tus espaldas.

Diste la media vuelta y te encontraste con un hombre únicamente vestido con una bermuda negra.

—¿Si? Pues no la conoces.

Sebastian dio unos cortos pasos para quedar a unos centímetros de ti. Rodeo tu cintura con ambos brazos y te atrajo a sí, acarició tu rostro con su mano y depositó un beso en la comisura de tus labios.

—Te propongo algo —dijo después de apartarse de tu boca, tú aún tenias los ojos cerrados—. Déjame acompañarte al desayuno.

Abriste los ojos y lo miraste con sorpresa.

—¿Q-qué? ¿Quieres ir? P-pero...

—Escúchame. —colocó un mechón de cabello detrás de tu oreja— Necesitas impresionar a tu familia siendo acompañada por un hombre de verdad. Bueno, yo soy tu hombre de verdad.

Tus mejillas ardieron tan intensamente y tu sonrisa se amplió en tu rostro.

—¡Ay, me has salvado el pellejo! —tomaste su rostro entre tus manos y repartiste una multitud de besos por todo este.

Él solamente se limitó a sonreír para que tu cuerpo temblara.

Soltaste un grito ahogado cuando tus pies no sintieron el suelo y unos brazos fuertes te sostenían entre ellos.

—¿Qué estás haciendo?

—Pues tenemos que ducharnos, ¿no? —te llevó hasta el cuarto de baño entre sus brazos sin importar tus reclamos.

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✨Sebastian Stan One Shots ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora