Dejarse llevar

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Nada más dejar a Blake atrás lo primero que hice fue llamar a Cece, que apenas demostró su asombro al decirle que finalmente la acompañaba

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Nada más dejar a Blake atrás lo primero que hice fue llamar a Cece, que apenas demostró su asombro al decirle que finalmente la acompañaba. Sólo se encontraba a un par de calles de distancia, por lo que no tardé nada en alcanzarla y juntas fuimos hasta casa de Lucca.

Me sorprendió un poco el silencio que decidió mantener durante todo el camino, pero lo cierto era que tampoco había tenido tiempo de analizarlo, pues mi mente estaba volando en el recuerdo de lo que acababa de decirle a Blake, la concesión que le había hecho y lo que eso significaba. Para mí había sido muy duro tomar esa decisión. El accidente de mis padres se había convertido en un tema intocable, incluso tabú. Rebecca se había encargado demasiado bien de que así fuera y yo... Bueno, durante las semanas siguientes a salir del hospital, no había tenido ni fuerzas ni ganas para luchar contra ella. Pero eso no significaba que fuese a dejarlo olvidado, tal y como ella deseaba.

No tenía ni idea de que me estaba consumiendo en mi propia búsqueda de la verdad hasta que me derrumbé y se lo conté todo a Blake. Mis miedos y preocupaciones habían quedado expuestos ante él y no me había importado. Me había dado igual quién fuese él o que apenas acababa de conocerlo. La seguridad y confianza que me invadían en su presencia habían sido suficientes para no cuestionarme lo que estaba haciendo. Una parte de mí, me di cuenta después, siempre había ansiado liberar el peso que llevaba encima, poder tener a alguien con quien hablar de ello, que me escuchase y comprendiese. Y Blake no sólo había sido esa persona. No se había limitado a escucharme y a darme la razón como muchos otros o a intentar quitarme las tonterías de la cabeza como tantos otros. Él había intentado comprenderme y, ya fuera por su visión más amplia del mundo y de la humanidad o porque simplemente era Blake, había encontrado las palabras adecuadas para conseguir tranquilizarme y verlo todo con perspectiva, desde un punto alejado de la culpa y el dolor. Y no sólo eso, sino que también había conseguido plantar una semilla de esperanza en mi ya casi rendido corazón.

Un suspiro se escapó de mis labios y una pequeña sonrisa los curvó al pensar en Blake y todo lo que había hecho, y estaba por hacer, por mí. Rápidamente traté de disimularla para evitar los comentarios socarrones de Cece hasta que me di cuenta de que ella había estado tan perdida en su mundo como yo en el mío. Estábamos a punto de llegar a casa de Lucca y Cece todavía no había dicho ni mu sobre nada y eso era raro. En una situación normal se estaría metiendo conmigo por haber cambiado cualquier plan que tuviese para ir a ver a nuestro amigo o simplemente metiéndose conmigo por cualquier cosa relacionada con Blake. Pero no, su silencio era total y absoluto, con la vista perdida a veces en sus pies y otras tantas en la acera. Planté una sonrisa provocadora en mis labios al tiempo que le daba un codazo y rompía el silencio diciendo:

—Así que... —carraspeé y esperé a que me mirase. Cuando lo hizo sus ojos reflejaron cierta confusión y una inocencia infinita que me derritió el corazón, tal y como hacía siempre que me miraba así —. Gabriel —dije, suavizando el gesto y cambiando mi tono socarrón por uno de mera curiosidad.

The Falling Grace © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora