Muerta de nervios

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Salí del cuarto de baño por quinta vez esta mañana

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Salí del cuarto de baño por quinta vez esta mañana. Me había levantado media hora antes de que sonase el despertador, aunque lo cierto era que apenas había conseguido pegar ojo en toda la noche, y me había pasado todo el tiempo que me fue posible debajo de la ducha.

Anoche, después de despedirme de Blake, había esperado encontrarme con Cece pegada a la puerta dispuesta a tirarse a mi cuello por un poco de detalles e información pero, en cambio, la que me recibió nada más traspasar el umbral fue Rebecca, caminando de un lado a otro del salón con gestos nerviosos y temblorosos. El suave golpe de la puerta al cerrarse llamó su atención y, frenando en seco, se giró y se me quedó mirando. No hice movimiento alguno durante los segundos que nos mantuvimos la mirada y, cuando finalmente ella dejó escapar el aire que estaba conteniendo y sacudió la cabeza, yo di un paso en su dirección.

—Rebecca...

—No —me interrumpió, alzando las manos y negando una vez con la cabeza —. Yo... Sólo estaba preocupada pero —me miró de arriba abajo unos segundos antes de suspirar y añadir — veo que estás bien. Así que...

Su voz se perdió en el aire y agachó la cabeza, clavando sus ojos en el suelo. Olvidando intencionadamente la tensión que nos envolvía desde hacía días a ambas, me adelanté otro paso hacia ella y traté de decirle algo, pero volvió a interrumpirme con una muy mal fingida sonrisa en los labios.

—Es tarde. Será mejor que me vaya ya a dormir... —se dio la vuelta, todavía sin mirarme y, mientras se alejaba por el pasillo, murmuró —: Buenas noches.

No me sentí capaz de ir tras ella y pedirle disculpas por no haber dado señales de vida en todo el día. Llevábamos casi una semana en un tira y afloja constante. Desde la discusión que habíamos tenido el viernes por la tarde, justo antes de descubrir qué eran Blake y sus amigos en realidad, no habíamos vuelto a mantener una conversación normal y distendida. Cada intercambio que manteníamos era como el de esta mañana, frío y cortante. Por más que quisiera ignorarlo, no podía negar que había algo que nos estaba distanciando y, muy a mi pesar, ese algo tenía mucho que ver con Blake. Me pregunté, y no por primera vez en estos días, qué sería capaz de hacer Rebecca si supiese la verdadera condición de aquellos a los que tanto parecía odiar.

Un suspiro cansado se escapó de mis labios y me dirigí a mi cuarto, deseando poder encerrarme en él para perderme en mis pensamientos sin interrupciones. Sólo que eso no fue posible. Nada más abrir la puerta un cojín apareció volando en mi campo de visión y no fui capaz de esquivarlo, por lo que rebotó en mi cabeza y cayó al suelo al momento en el que la voz de Cece inundaba la habitación.

—¡Cuéntamelo todo perrilla!

—¡Ceeeeeece! —alagué su nombre junto con un gruñido de protesta y, dejando caer mi bolso en el suelo, me lancé casi sobre ella.

Me acomodé sobre la cama, con la espalda apoyada en el colchón y la cabeza sobre el regazo de ella. Dejé escapa un sonoro suspiro y una sonrisa bobalicona se extendió por mi rostro. Las cejas de Cece se alzaron al ver mi expresión y, mirándome desde arriba, me hizo gestos para que comenzase a hablar. No pude contenerme y me eché a reír, a la vez que me llevaba las manos a la cara y me tapaba el rostro con ellas.

The Falling Grace © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora