Bullshit con B de BoyxBoy

Harry's OS Castle

Sumario: En un mundo donde las botas de siete leguas existen, y las puertas mágicas te llevan a lejanas ciudades, está el Castillo de Harry, alojado en las colinas de Market Chipping. Muchos cuentan que se come los corazones y colecciona las almas de hermosas y jóvenes personas; otros, que es un farsante.

Aclaraciones: Gorda fan de ghibli y del libro, así que imaginen mi emoción al ver un fan-art de Howl's Movie Castle y Larry. Sólo tengo una cosa que decir: Tenía que escribir mi versión de esto. El libro está en mi lista de lectura "FAVS", por si les interesa leerlo.

Va a ser algo tipo al reves: en vez de que Harry no se pueda enamorar, va a ser Louis. Porque la bruja le lanzó un hechizo con su rasho lazer (ah) que le impide sentir. A Harry no le pasa nada, solo es medio farsante ah
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Empecemos por la familia.
En la ciudad de Market Chipping, en el centro, para ser más exactos, yacía una tienda de sombreros; la familia a cargo de la sombrerería eran los Tomlinson. Un padre amoroso, una madre que falleció cuando su primer hijo tenía sólo cuatro años, una madrastra que se casó después de un año, dándo a luz a dos hermosas niñas. Ellos conformaban la unida familia, hasta que el padre enfermó y murió, y no fue hasta entonces que se dieron cuenta de cuánto le interesaba el futuro de sus hijos; tenía grandes deudas con mucha gente, dinero que utilizó para la educación. La madrastra, Johanna, comenzó a hacer las cuentas. No podía pagar las deudas, alimentar a la familia, pagar por su educación y mantener la sombrerería.

—Ya he planeado todo —dijo una tarde, todos reunidos en la sala, esperando indicaciones—. Fizz, al ser la tercera hija...

—Yo quiero seguir aprendiendo —reprochó antes que nada, ojos tan brillosos que ni con la pérdida de su padre se apagaron.

—Y así será, cariño. Tengo una amiga del colegió, es una profesora retirada que te enceñará a hacer hechizos. Se llama Fairfax y vive en las colinas; con ella te podras relacionar con personas de dinero y harás grandes amigos que te ayudarán en el futuro.

Fizz, sin estar muy convencida, asintió. Pero al ser la tercera hija, tenía más suerte que Lottie o Louis.

—Bueno, siempre he sido buena para aprender, ¿no?

Johannah miró a Lottie, su primera hija.

—Lottie, a ti te he pedido un lugar en la casa de los Hora, ellos tienen una pasteleria en el mercado y tienen fama de tratar muy bien a sus empleados. Aprenderas a hacer pasteles y atenderas la pasteleria, ¿qué te parece?

Lottie tampoco estaba muy convencida, pero al ser la segunda hija no podía tener mucho futuro. Pensó en que su madre lo hacía para que pronto se casara con algún cliente.

—Bien, es una suerte que sea buena cocinera. Gracias.

Johannah, feliz, miró a Louis, el hermano mayor. Ahí, ser el mayor es tener muy mala suerte. Si todos los hermanos salieran a buscar su suerte, al mayor es al que peor le iría, sólo por ser el mayor. Johannah sabía eso.

—Louis, se me ha hecho justo que tú te quedes con la sombrerería. Te haré mi aprendiz y te enceñaré a hacer sombreros —dijo, sonriéndole.

Louis no dijo ni una sola palabra del tema. Quería quedarse en casa, quería heredar la sombrerería, porque, al fin y al cabo, era el mayor.

Y así, a los dos días de lo planeado, Fizz se fue en la mañana a la casa de la señora Fairfax en un carruaje, con el corazón en la mano y cara de angustia. La casa estaba en las colinas, justo donde el castillo de Harry deambulaba. A pesar de ser un "castillo", no tenía pinta de serlo, no al menos de lejos; se veía como si estuviera compuesta de chimeneas de diferentes tamaños, se movía de lugar con unas grandes patas de metal y siempre amanecía en un sitio diferente.

Lottie empacó todo una noche antes, y, junto con Fizz, ella también abandonó su casa. Le dio tres monedas al vecino para que le cargara su equipaje hacia la pasteleria y marchó a pie.

Louis se quedó mirando cómo sus hermanas iban hacia un nuevo futuro, y no le quedó de otra que mirar a Johannah, esperando a que le indicara qué hacer.

—Muy bien, Lou, a partir de ahora te enceñaré cómo tratar a los clientes. Mira, primero tienes que mostrales un sombrero feo, uno que no les quede, para que cuando les muestres uno bonito noten la diferencia y lo compren.

Louis escuchaba con atención, pero con el tiempo se dio cuenta que no era muy bueno vendiendo, así que Johannah le enceñó a hacer sombreros. Y eso fue mucho peor. Louis no tenía con nadie con quien hablar. Había empleadas, pero fueron despedidas y sólo quedó una mujer llamada Clara, la cual todo el tiempo hablaba de su compromiso con el hijo del carnicero. Los días eran aburridos, y lo único divertido ocurría cuando iban las señoras a comprar sombreros. Nadie puede comprar un sombrero sin chismorrear. Louis escuchaba los chismes del pueblo.

Se enteró de que la Bruja del Páramo había estado merodeando de nuevo en Market Chipping, de que el castillo de Harry se había movido hacia las praderas y susurro, susurro, susurro. Cuando hablaban de Harry bajaban la voz, para después saltar con un tema fresco, como que una clienta de la semana pasada había conocido a un duque de algún lugar, y se había fugado . De pronto, en esas fechas, todas quisieron comprar un sombrero como el que aquella clienta pidió.

Louis tenía demasiado trabajo, tanto, que comenzó a hablar con los sombreros que hacía. Él los halagaba, porque a los clientes hay que hacerlo.

—Tú eres bella por dentro pero nadie lo nota, algún día llegará alguien que te aprecie.

Decía mientras miraba un sombrero de paja, simple, con frutillas de plástico adornándolo y un listón rosa que hacía juego.

Pronto, hablar con los sombreros no fue suficiente. En las noches, cuando se quedaba solo, se probaba todos los que hacía. Pero sentía que ninguno le quedaba.

Después llegaron noticias de Lottie. En una carta contaba que le iba de maravilla, que había recibido muchas propuestas de matrimonio y que los Horan la trataban muy bien.