Chiquilla, que pintas trenzas en tu cabello.
Mi niña, mía, que bailas desenfrenada y sonriente, incansable.
Y te vistes elegante.
Sí elegante significa esa playera y esos shorts, y tus pies descalzos y desnudos, tal como tu inocencia.
Transparencia.
Y se ve a la legua.
Mi belleza, joven fresa, mi manjar de emociones.
Veo como caes y no te rompes, y tu llanto no se expone.
No llores, pequeño pétalo, deja que el dolor fluya...
Pero no rompas esa carita de porcelana.
Te doy, en cambio, mi pañuelo y mi palabra.
No llores, pequeña y linda niña, deja que el dolor salga.
Y no te ahogue en un drama.
Pues todo se arregla, si esperas bajo la rama.
Bajo aquel árbol, bajo la estrellada manta.
Y mira el firmamento de almas.
Mientras que las palabras se desmayan, y sucumben bajo tu mirada.
Y sólo tú y tú, y nadie más que tú logra callarlas.
No llores, mi niña, ya no hay más secretos ni fantasmas.
Ni en tu ropero ni debajo de la cama.
Duerme mi bella durmiente, y sueña con las almas.
Con las estrellitas que brillan arropadas.
Y sueña, y sueña.
Y siente mis caricias, y mi beso en tu frente.
Buenas noches, mi niña, aquí te veo otro día.
Disfruta tu sueño, no sabrás cuándo termina.
Pues si fuese por mí, vivirías soñando. Y así quizás entiendas lo mucho que te amo.
Buenas noches, mi niña, y sueña la vida.
Y cuando despiertes, cuéntame tu aventura.
ESTÁS LEYENDO
Un Sol Poético
PoesíaPoemas de todo tipo. Algunos poemas motivadores, otros no tanto. Unos cuantos para recordar un día de café, o algunos pocos para leerlos con una taza en mano. Y muchos, muchísimos, para recordar, para amar, y para existir plenamente.