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Como si nunca te hubieras quedado, te extraño. Como si siempre te fueras, te añoro. Y ni el agua de mil cascadas atraparán de ninguna forma mi cabeza, pues si lo hicieran no te extraño.

Pero lo hago, mi niña, lo hago. Y me duele extrañarte y añorar tu regreso tanto, como las flores que en invierno se marchitaron. Y así yo me pierdo en un mar de deseos incumplidos, soñando en vano tus pies caminando en la orilla del río; tan cerca, tan cerca; tan lejos, tan lejos.

Un Sol PoéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora