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Tan bella, mi amor, como las curvas de mi taza blanca de café. Tan dulce como él, y como mis labios al impregnarse con ese sabor. Tan efímera, y tan eterna a la vez, como la infinidad de colores en una bella pintura vieja. Bella, como tú; no, no tanto, tú lo eres más, mi obra de arte. Tú eres la razón por la cual este pintor te pintaría en el paraíso mil veces, tan lejos de él, pero a la vez, a un paso.

Porque tú, mi amor, eres la obra, y yo tu dibujante. Y como a cada hoja, te daré un pedacito de mí con cada trazo. Así al morir, estaré contigo, y por millones de años más.

Un Sol PoéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora