28 - La verdad más allá de tus muñecas

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A ti te hablo, niña. Te quejas de las cosas sin hacer nada para cambiarlas. Te cortas y lastimas.

Te dejas maltratar y reemplazar, y perdonas como si nada hubiera ocurrido.

Eso no es humildad.

Es debilidad y estupidez.

El ser humano debe aprender de justicia.

La evolución es para personas que fueron bien diseñadas, cuyas vidas están arregladas y son lo suficientemente felices y estables como para hacer del mundo algo pacífico; pero lo peor de nuestra querida humanidad es la ignorancia, capaz de matar nuestro futuro como si nada.

Las personas bien hechas tienden a ser estúpidas y no viven para defender a las personas mal hechas.

Viven para sus propios deseos y ambiciones.

En cambio las personas que salieron mal en su paseo por la vida, solamente son trágicos intentos de normalidad.

Tú eres un intento de normalidad.

Yo soy un intento de normalidad.

Y a nosotros no nos corresponde tener hijos siquiera.

¿Qué les enseñaremos?

¿A soportar todo?

¿A perdonar?

Ese es tu caso.

¿O a vengar el propio mártir de serenidad corrompido?

¿A tratar al mundo como la cuna de la idiotez, y romper los lazos de perdón, para hacer de ellos las horcas de los incompetentes?

Ese es el mío.

No me busques, yo no sirvo más que para distraerte, pero tarde o temprano, mi niña, verás que fuiste ciega. Tarde o temprano, verás la verdad más allá de tus muñecas.

Un Sol PoéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora