Pasaron casi tres días desde que Kevin se había disculpado con él, Ben aún no se podía sacar de la cabeza la calidez del cuerpo de Kevin, su estrechez, su cuerpo sí que era fuerte, y pensó que él literal podría dormir recargado en ese pecho tan bien trabajado.
Había estado pensando mucho más con respecto a sus sentimientos. Ya no le costaba aceptar que tal vez Kevin había pasado a ser un poco más importante en su vida, pero sabía que había algo extraño en todo eso, tal vez había sido su forma de mirarlo, no dudaba que Kevin fuese un chico realmente guapo pero, no era algo a lo que él estuviese acostumbrado a pensar.
No llegaba a una respuesta clara, tal vez él era un poco lento con las emociones en general, pero lo estaba intentando.Esa mañana había despertado de muy buen humor, no había náuseas de por medio y suponía que era porque su estrés se había reducido en los últimos días. Se levantó de su cama y tras lavarse la cara bajó los escalones para dirigirse a la cocina. Abrió el refrigerador buscando algo que comer, pero escuchó la voz de su madre y luego el delicioso aroma de Hot Cakes recién hechos lo invadieron.
No podía estar más agradecido con ello, él realmente moría de hambre.
—Buenos días Ben.— Su madre saludó en cuanto lo vio mientras asentaba en la mesa un plato de Hot Cakes para su hijo.
—Buenos días mamá.—Correspondió Ben en lo que tomaba asiento y veía con emoción aquellas tortillas esponjosas de masa dulce.
No escatimó en el tiempo y comenzó a devorar la comida de forma presurosa debido a su hambre voraz, de verdad que dejó sorprendidos a sus padres pues jamás había visto a su hijo comer de esa forma, sin embargo lo atribuyeron a la pubertad.
Tan pronto como terminó dio las gracias y subió de nuevo hacia su habitación para poder disfrutar de un día viendo su serie de sumos. Estuvo un rato entretenido, entre ratos revisaba su celular para poder responder uno que otro mensaje que fuese necesario, como los de Julie o alguno que otro de Kevin y Gwen.
Pasaron casi cuatro horas desde que había comido y realmente seguía pensando en comida y la cantidad de cosas dulces que quería, desde una malteada tropical de Mr Smoothy hasta una cantidad excesiva de donas glaseadas, tal vez un poco de helado y algunas galletas. Con eso en mente tomó su billetera y salió de su cuarto para luego bajar las escaleras de forma tranquila.
Sus padres nuevamente no estaban en casa así que no tuvo que avisarle a nadie que saldría, simplemente se encargó de cerrar correctamente el lugar y caminar tranquilamente hacia el centro de la ciudad. Entró a una tienda de golosinas de gran renombre y sus ojos brillaron en cuanto fue capaz de deleitar su vista con la gran cantidad de comida chatarra que se avistaba en el lugar.
Tomó una canasta metálica y caminó de un lado a otro para tomar las golosinas que más le apetecían como una bolsa de patatas fritas de gran tamaño, bolsas de gomitas y chocolates rellenos, pastelillos, donas y algunos dulces de orozoos.
Sonrió complacido ante la gran cantidad de golosinas que llevaba y se acercó a la caja para poder pagar. Fue la primera vez que no le dolió gastar su dinero de esa forma porque de verdad sentía la necesidad de comer todo aquello, así que simplemente lo pagó.
Al salir de la tienda se sintió vigilado por un momento, pero luego tomó en cuenta su papel como una celebridad de Bellwood y decidió dejarlo de lado. Caminó nuevamente por las calles de la ciudad dirigiendo sus pasos hacia su lugar favorito de todo el mundo, sí, Mr Smoothy.
Tal vez compraría dos malteadas o tres, a lo mejor compraba cuatro de diferentes sabores o una de cada una, no estaba de más. Nuevamente esa sensación de vigilancia se hizo presente y él no pudo evitar voltear para poder ver quién lo observaba, pero no hubo nadie.
—Extraño...— Susurró encogiéndose de hombros para luego acercarse a la ventanilla del lugar de comida rápida y pedir cuatro malteadas diferentes con una sonrisa en su rostro.
La cajera le sonrió sonrojada, su primer día de trabajo y el mismo Benjamín Tennyson aparecía para hacer una orden, le fascinaba. Se apresuró a darle su orden de forma perfecta y en cuanto lo hizo se lo entregó con una sonrisa tierna que hizo a Ben sonreirle de regreso.
—Tennyson.— Ben volteó al saberse llamado y sonrió al ver la presencia de Kevin Levin a su lado.
—Hey Kev.— Saludo recibiendo su orden y asentándola en una mesa para poder pagar. Cuando lo hizo se despidió amable de la chica y caminó con Kevin hacia una mejor mesa, un poco más alejada.
—¿Qué haces, Tennyson? Gwen llamó a tu casa y tú no contestas, por eso me mandó a buscarte ya que ella tiene cosas que hacer con su mamá.— Informó tras su breve regaño.
Ben se encongió de hombros y sacó un par de todas las chucherías que compró en aquella tienda de postres. Kevin se sorprendió al ver la cantidad de dulces que el muchacho castaño se estaba metiendo a la boca.
—¿Te vas... A comer todo eso?— Cuestionó un poco asqueado. Él no era gran fan de las cosas dulces en lo absoluto y el simple hecho de ver a Ben comer de esa forma lo hacía sentir empalagado.
—Sí... Tuve unos cuantos antojos mientras veía Los Sumos Golpeadores y salí a comprar unos cuantos aperitivos para mi tiempo de calidad con la televisión.— Respondió restándole importancia mientras nuevamente se llevaba una dona a la boca y luego le daba un sorbo a su primera bebida de sabor vainilla.
A Kevin le recorrió un escalofrío y desvió su vista del chico castaño antes de que quien vomitara fuera él. Pero no quería irse por motivos que él no tenía muy en cuenta, simplemente tenía ganas de estar a su lado y Ben sentía exactamente lo mismo.
El castaño sonrió e inconscientemente sus mejillas se tiñeron de rosa. El corazón de Kevin palpitó rápidamente.
Julie estuvo apuntando todo a la distancia, algo ahí no le gustaba a ella.
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Mami Ben || BeVin
RomanceBen Tennyson sabía que su vida no era normal ni fácil desde que el Omnitrix había llegado a su vida, pero jamás creyó que esa se convertiría en la principal causa de su condena debido a sus genes por parte de su abuela. Ahora su vida dará un giro de...