Verdona Tennyson

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Sería mentir si dijera que estaba emocionada por volver al planeta tierra. La mujer de energía celestial llevaba mucho tiempo sin pisar ese lugar, aunque existían variabilidades del flujo tiempo-espacio por lo que para ella no había realmente pasado tanto tiempo. Aprovechó el momento de su llegada sin aviso para ir al único lugar donde sabía que siempre sería bien recibida aunque se fuera por un siglo; con su ex esposo Max. ¿Estaba bien llamarlo ex esposo? Ella no lo sabía, aunque tenía muy en cuenta que Max Tennyson jamás se juntó de nuevo con alguien y ella tampoco, simplemente se dedicó a vagar por el espacio una vez que su etapa "humana" finalizó. Dio un suspiro y negó con la cabeza antes de llegar al camper tan pintoresco de ese humano que le había robado el corazón hace mucho tiempo. 

Su mano violeta y brillante tocó la puerta del vehículo, esperando un tiempo para que abrieran. Escuchó unos pasos y luego la puerta fue por fin abierta dejando ver a Max con su siempre amigable camisa hawaiana como la última vez que lo había visto. Sonrió emocionada y levitó a su altura, pero la cara de Max le borró la sonrisa. No parecía para nada molesto, pero sí intrigado en cuanto a su presencia en ese lugar, ella realmente lo entendía, no todos los días tu ex esposa anodita regresaba como si nunca se hubiese ido. ¿Realmente eran "ex"? Conocía para qué servía el término, pero no estaba segura si aplicaba a ellos.

—Max.— Le llamó causando que por fin una sonrisa tranquila surgiera en el rostro del hombre mayor.

—Me da mucho gusto verte querida.— Respondió sincero haciéndose a un lado para dejarla pasar y ella lo hizo levitando con mucho gusto.

Ambos se adentraron en el camper para luego dirigirse a la mesa del lugar. Tomaron asiento el uno frente al otro para por fin disponerse a hablar. Por mucho que le gustaran las visitas esporádicas de su esposa, Max sabía que él no había sido el principal motivo para que decidiera regresar, había algo más y debía ser grave.

—Relájate Maxie, estás muy tenso.— Afirmó señalando los hombros sumamente rectos del viejo Tennyson.

—Debo admitir que tu presencia me inquieta, no sueles hacer visitas tan seguidas.—Respondió moviendo un poco sus hombros para relajarlos y continúo.—¿Por qué estás aquí? ¿Vienes por Gwen de nuevo?

Verdona soltó una carcajada burlesca ante la preocupación de Max y luego simplemente negó. A ella le había quedado muy en claro que la única mujer de la familia que presentaba grandes poderes de su raza no quería aprender nada de ello, aunque fuese absurdo a su nieta más prodigiosa le gustaba vivir una vida mundana sin ninguna emoción que no sea relacionado a los plomeros, una lástima, pero lo respetaba.

—No, no es por Gwen.— Aclaró haciendo un ademán con su mano, restándole importancia al asunto.— Bueno, sí tiene que ver, pero realmente estoy aquí porque me pidió ayuda con Ben.— Max enarcó una ceja intrigado y a la espera de que ella se explicara mejor. —No sé lo que está mal con mi nieto, ¿de acuerdo? No tengo mucha más información que esto.— Aclaró segura y ladeando sus labios luminosos con un cierto reproche, tal vez hacia sí misma por no preguntar antes.

—¿Gwen te dijo que Ben tenía problemas?— Cuestionó a la mujer y ella asintió.— ¿Por qué no vino primero conmigo? Hemos estado monitoreando a Ben desde su coma espontáneo de hace aproximadamente cuatro meses, nunca logramos hallar la causa.— Max llevó sus manos hacia su mentón y trató de pensar qué estaba mal con su nieto favorito (este hecho jamás se lo mencionaría a Ken Tennyson... aunque dudaba que le importase) pues no tenía mejores ideas, había dejado de lado toda aquella investigación confiando en que su nieto ya estaba mejor, que grave error.

—Para eso estoy aquí, tontito.— Ella le sonrió y Max casi pudo jurar que sus ojos brillaron con más intensidad cuando jaló sus manos para mantenerlas bajo las de ella como si tratara de confortarlo.— Gwendolyn me pidió ayuda para escanear a Ben con mis habilidades ya que ella parece no haberlo desarrollado bien por cuenta propia, una verdadera lástima.— Aseguró lo último.

—¿Hace cuanto pidió tu ayuda?— Max cuestionó repentinamente curioso de saber cuánto tiempo había estado fuera del asunto.

—Mh... Creo que cinco días.— Ella aseguró.

—¿Tiempo terrestre o tiempo anodita?— Bien, la pregunta de Max tenía toda la lógica de responderse y entonces ella lo pensó mejor.

—Creo que en tiempo de ustedes debe ser casi tres meses.— No estaba segura pero era un aproximado, el tiempo de uno y otro no fluctuaba de la misma manera pero jamás podría sacar una cantidad exacta.

—Si este problema lleva más tiempo significa que debemos irnos ya a buscarlos, ellos deben haber estado lidiando solos con este problema.— Max se levantó apresurado y se encaminó hacia el asiento del conductor para echar en marcha el camper. 

Verdona, a pesar de que no lo necesitaba para nada se sentó a su lado en el asiento del copiloto y aguardó con Max el viaje. Claro que ella extrañaba esos momentos cuando eran sólo ellos dos y siempre se había lamentado el haber decidido irse al espacio, extrañaba a sus hijos pero ninguno de ellos había resultado con sus habilidades y eso era algo deprimente para ella, su linaje había muerto por un tiempo hasta que Gwen nació, pero no lo supo en ese entonces. Pasó tantos años alejada de la tierra, pero supo de su nieta Sunny, no dudó en educarla como debía ser y se llevó una gran decepción al ver lo rebelde que era. Se sintió peor que nunca y a pesar de sus ganas de volver no lo hizo muy frecuente, claro que siempre estaba pendiente de sus hijos y de sus nietos, por ello sabía de Ben y su omnitrix, de Kevin Levin el osmosiano y luego de las habilidades de Gwen gracias a que Sunny se escapó. Claro que no olvidaba a su querido Ken, pero él realmente había salido muy humano.

Ver a sus nietos tan grandes como lo hizo esa vez fue una sorpresa enorme, nunca imaginó que su nieta pudiera estar con alguien como Levin, tampoco podía creer que rechazara su enseñanza por una vida "normal". Ese día decidió volver a casa totalmente rendida de sólo enseñar a Sunny, pero algo en Ben le estuvo llamando la atención todo el tiempo y no sólo era por el aparato de Azmuth, sino que en él algo era demasiado radiante. En su momento creía que era simplemente el aura valerosa de su nieto y lo dejó de lado, tal vez ese había sido su peor error.

Sin embargo no había tiempo de lamentaciones, ese era su nieto y si estaba en problemas ella iba a ayudarlo.

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Mami Ben || BeVinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora