Para mi KitKat, ¡Feliz Navidad!
Melodías de medio día.
Katia iba a la pequeña playa del campamento al medio día, siempre desde hace un par de meses. Era hija de Apolo y gustaba practicar su canto a solas, se sentaba detrás de un árbol y comenzaba susurrando sus armonías, aunque últimamente cantaba un tono más alto, y aunque no inundara todo el lugar si pasabas cerca eras capaz de escucharla.
Leo Valdez la escuchó, cuando iba pasando por allí con un montón de herramientas en brazos. Se quedó quieto en medio del lugar, agudizando el oído, asegurándose de que no estaba loco y que en realidad una melodiosa voz cantaba. Olvidó por un momento que iba al búnker por un proyecto que lo tenía emocionado, sólo se acercó al árbol y con suavidad se recostó en él. Estuvo allí hasta que la voz se apagó, entonces sacudió la cabeza y se debatió si buscar a la persona que cantaba o no.
Finalmente decidió que debería conocerla, y decirle que tenía una hermosa voz, pero cuando rodeó el árbol no la encontró.
La chica no estaba tras ese árbol, sino de otro algo más alejado. Y en ese momento ya se había levantado dispuesta a retirarse. Ninguno se percató de la presencia del otro.
Ella seguiría yendo a ese lugar a cantar, y él estaba dispuesto a seguir escuchándola.
Pasó una semana, Leo siempre iba a la costa, se sentaba contra un árbol y la escuchaba cantar hasta que ella se apagaba. Comenzó a pensar que él sólo imaginaba aquel melodioso canto, porque nunca encontraba a la chica. Tal vez comenzaba a volverse loco, aún más.
Katia no sabía que tenía público, siempre estaba muy concentrada en su canto, era lo único normal que encontraba en el campamento. Desde que fue reconocida como hija de Apolo, desde que se enteró de lo que era todo se volvió muy difícil. Cantar la hacía sentir como en casa, tranquila y normal.
Entonces al fin volvió a casa, debía seguir con sus estudios. Claramente sus cantos ya no se escucharon en las costas, Leo ya no la escuchó. Luego de tres días se dio por vencido, la chica ya no iba a cantar.
Más meses, el verano volvió. Katia también volvió al campamento. Ahora era diferente, menos cohibida y con más confianza en sí misma. Iba a su cabaña mientras jugaba con las correas de su mochila, y comenzó a cantar.
Cantó en voz alta, sin importarle los que la rodeaban. Era casualmente medio día, Leo iba con sus herramientas encima otra vez, y volvió a quedarse tildado.
La misma voz, la misma melodía de aquel día. Sólo que ahora podía ver a la chica. Sonaba cursi y tonto, pero le aceleró el corazón verla al fin.
¿Debía acercarse?
Ya no importaba, pues lo hizo.
—Eh, hola —saluda al posicionarse junto a ella.
La chica cesó su canto y le miró confundida, pero aún así sonrió levemente.
—Hola.
—Soy Leo —se encoge hombros, intentando sonreír de una forma que no aterrara a la chica.
—Katia.
Chica de las melodías, pensó.
— ¿Eres nueva?
—No, ya estuve el verano pasado.
Contiene su emoción, sacudiendo la cabeza.
— ¿Puedo acompañarte, Katia?
—Eh, claro —accede, extrañada pero feliz por tener un amigo por allí, fuera de la cabaña de Apolo, pues él se veía como digno hijo de Hefesto.
—Tienes una voz hermosa —murmura.
![](https://img.wattpad.com/cover/71791657-288-k557203.jpg)
YOU ARE READING
Versatiles One Shots.
Fanfiction¡Vengan todos los malditos fandoms! Esto se va a descontrolaaaar.