Versatiles One Shots.

Malia Hale |Teen Wolf|

No soy lesbiana para tu morbo.

No tengo sexo con ella para que lo imagines y hables sobre ello como si fuese una porno.

No la beso para que te excites.

No necesito tu gran pene para cambiar mi sexualidad.

Son solo unas de las pocas frases que uso diariamente, porque esos imbéciles parecen nunca comprender que no había elegido ser lesbiana para parecer más caliente, sexy o inalcanzable. En primer lugar, ni siquiera lo había elegido, simplemente así es como he nacido. Mi cuerpo no se estremece ante grandes hombres musculosos, ni con dulces chiquillos adorables, ¿lo siento?

Ni siquiera se me había secado la garganta antes, cuando hablaba con otras chicas, ni me sudaron las manos por nerviosismo, hasta que la conocí a ella. Su repentina existencia en mi vida lo había cambiado todo, y fue entonces cuando pude afirmar aún más mis sospechas sobre mis verdaderos gustos. Entonces no fue una simple atracción física, no fue solo imaginarme tocándola como había sido antes con otras chicas, fue... un enamoramiento en toda la regla.

Mi sangre hervía cada vez que se acercaba, acumulándose en mi rostro y cuello. Se me debilitaban las extremidades, y una sonrisa se plantaba en mi rostro, porque no podía dejar de sonreír al verla. Incluso cuando ella tenía la expresión de querer matarme porque no dejaba de sonreírle, incluso cuando me preguntaba si acaso era estúpida o me dejaron caer cuando era una bebé. Yo solo reía, una risa nerviosa que me dejaba en completa evidencia de mis verdaderos sentimientos hacia ella.

Pero no importaba lo obvia que era, ella no lo notaba; o tal vez sí lo notó entonces, solo que decidió ignorar mis sentimientos. Podría pensar eso con tristeza, pero ya no importa, porque ya la tengo y eso es lo único que importa ahora mismo.

Seguí caminando por el pasillo, ignorando a un par de idiotas que de nuevo estaban haciendo sus comentarios inapropiados, hasta que escuché que uno de ellos chillaba, seguido de un golpe sordo. Me giré de inmediato, sabiendo lo que eso significaba.

Malia los había tomado a ambos por el cuello de sus camisas, y los lanzó al suelo. Ahora estaba pisándoles sus manos con expresión furiosa, sus ojos brillaban de color azul de vez en vez. Era obvio que estaba a punto de convertirse.

Y mierda, no podía dejar que la vieran.

Me acerqué a pasos rápidos y posé una mano en su hombro, intentando calmarla.

—Malia... Malia cálmate.

—Quiero que repitan lo que estaban diciendo —gruñe—. ¿Son igual de valientes ahora? Vamos, abran la boca para que pueda arrancarles la lengua.

Su voz se transformó completamente cuando terminaba esa oración, los nervios me carcomían por dentro. Todos los que estaban en el pasillo escuchaban atentos, con los ojos muy abiertos.

—Malia.

Stiles habló a la par que yo tomaba una muñeca de mi novia, murmurando también su nombre en un tono más bajo. Fue entonces cuando ella respiró hondo y apartó la vista del par de idiotas.

Mi corazón latió de manera dolorosa al verlos compartir una mirada intensa. La inseguridad me invadió mientras ahora Malia tomaba mi mano y nos sacaba de allí, yo era una marioneta que simplemente se dejaba llevar. Sabía que ellos solían ser novios, yo era algo así como su amiga en esos tiempos.

Yo sabía que Stiles era su ancla, y eso dolía como el infierno.

—Debiste dejar que les arrancara la piel —me dice ella una vez estamos en las afueras del instituto.

Observo amargamente nuestras manos que ahora se entrelazaban por sí mismas, con naturalidad.

—Eso no habría sido bueno para tu expediente policial —respondí, sonando más desanimada de lo que deseaba dejar ver.

Ella se giró de inmediato al escucharme así, entrecerrando los ojos para intentar descifrarme. Sé que aún le era difícil discernir las emociones humanas, por lo que ahora estaría frustrada al verme y no saber lo que podría estar sintiendo.

—Estás... ¿triste? —pregunta, ladeando la cabeza—. ¿Enojada? ¿Es por lo que decían? Voy a arrancarles la cabeza y así ya no volverás a escucharlos.

Intentó moverse de nuevo hacia el establecimiento, pero yo la detuve y la miré a los ojos sintiendo que mi garganta se cerraba. Tal vez por las repentinas ganas de llorar, o por la frustración.

—Allí, ¿por qué te controlaste? Más bien, ¿por quién?

Parpadea confundida. Yo me muerdo los labios dirigiendo mi vista a su cuello mientras contenía todas esas frases penosas que se aparecían en mi mente.

—Él es tu ancla, ¿no? Sigue teniendo efecto en ti.

—Betty —murmura, su mano sube por mi brazo, acariciando delicadamente hasta posarse en mi mejilla—. Stiles y yo ya no estamos juntos.

—Lo sé, pero sigue siendo... Agh, es obvio que lo sea —mascullo sacudiendo la cabeza—. Él te ayudó, desde el inicio. Ni siquiera debería ponerme así, soy una idiota.

—Tú eres mi ancla.

Estaba a punto de apartarme cuando escuché eso, y con una mirada de corderito levanté la cabeza para verla. Por primera vez un desborde de ternura y cariño en los ojos de Malia. Se acercó, acunando mi rostro en sus manos.

—No me detuve por él, me detuve por ti. Solo escuché tu voz y sentí tu mano tomando mi muñeca, entonces pude pensarlo con claridad... No podía armar ese escándalo contigo ahí. Nos habríamos manchado con sangre y tú estarías vomitando.

Solté una risa, ella se acercó aún más para darme un casto beso.

—Te amo —susurré, rodeando su cintura con mis brazos para acercarla.

—Y yo a ti.

Volvió a besarme, con mayor profundidad que antes. Como siempre, ella intentó llevar las riendas de todo colando su lengua a mi boca, solo me reí internamente antes de devolverle la acción. Durante ese momento olvidamos que estábamos en la vía pública.

Hasta que escuchamos un click y Malia se separó bruscamente, una vez más con esa mirada de rabia. Un chico nos había fotografiado, y seguía mirándonos con cara pervertida.

—Sigan, yo no tengo problemas.

Malia me mira, pidiendo permiso, y yo no pude negárselo.

—Destrózalo, bebé —digo soltándola, admirando con una sonrisa que el chico por poco se hacía encima al verla acercarse a él.

No la beso para entretenerte, lo hago porque la amo.