Apomeda 4. (S&B)

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Tal vez no te hubiese condenado.

-Apolo... Apolo ya vete -repetía Artemisa, intentaba sacarlo de su ensoñación-. Yo voy a arreglarlo... ¡Apolo, saca a la niña de aquí!

Con ese último grito se levantó de golpe, con la pequeña ensangrentada en brazos. La cabeza de Andy colgaba, estaba completamente rendida. Él la miró una vez más, con pánico, luego se alejó corriendo.

Artemisa volteó a ver a los humanos tirados en el suelo. Respira hondo, temblando, aquello sería difícil. Podía escuchar a la ambulancia acercarse, caminó entre los cuerpos sin vida hasta esconderse entre los árboles. Unas mujeres llegaron ahogadas en un llanto mientras decían.

- ¡¿Cómo pudieron dejar escapar al tigre?! ¡Mira todo lo que hizo!

- ¡Pobres hombres! ¿A dónde habrá ido esa bestia?

Arruga la nariz, molesta con sus palabras. Pues en todo caso aquellos torturadores se habrían merecido el ataque de un tigre. Pero no fue el tigre quien acabó con ellos... Y si lo pensaba bien, fue una bestia.

Apolo llegó a la sala de los doce empujando las puertas con una patada. Logró acaparar la atención de su padre y Poseidón, los únicos que se encontraban allí charlando. Avanzó varios pasos, dejando un rastro de suciedad en el mármol blanco.

Los ojos de Poseidón se abrieron al límite cuando vio a su hija siendo cargada como una muerta, además cubierta de sangre. El suelo tembló bajo sus pies mientras se acercaba dando zancadas.

- ¡Hécate! -gritó Zeus siguiendo a su hermano, sabiendo lo que sucedía.

- ¡¿Qué hiciste, Apolo?! -el gruñido llegó a todos los rincones, incluso Meredith lo escuchó estando lejos y levantó la cabeza estremeciéndose.

- ¡Nada! -respondió con la voz rota, abrazando a la niña-. Estábamos en el parque, apareció un monstruo y...

Hécate aparece junto a él, le arrebata a Andy y se aleja lo más posible. En ese momento Poseidón le atesta un puñetazo en el rostro al rubio.

-Tenías que cuidarla, ese era el trato -escupe furioso, tomando el cuello de su camisa-. ¡Dijiste que nada pasaría si estaba contigo!

-No pude evitarlo -no se defiende, tampoco se atreve a ver a los ojos al colérico padre-. Simplemente... Explotó.

-Explotó -repite-. Es tan simple para ti decirlo. Mi hija solo... Explotó.

Zeus los separa aprovechando el hecho de que Poseidón pareció calmarse. Aunque en realidad sólo se abrumó en su tristeza al notar lo que sucedería. El señor de los cielos se volvió a Hécate y le hizo una seña para irse. Ambos se retiraron con Andy.

Apolo levantó la vista para ver a Poseidón, éste tenía la vista en el suelo y una expresión deprimente.

-Lo lamento... -murmuró.

-Tienes que hacer algo más que lamentarlo -aprieta los labios-. Tú, maldito imbécil... -Un tic aparece en su mejilla-. A mí siquiera me permiten estar un tiempo digno con mis hijas y vienes tú y... Te encariñas con ella y haces que también se encariñe contigo -vuelve a avanzar hacia él, con un dedo acusador-. Ella te quería más a ti que a mí.

Se encoge ante eso, respira hondo antes de hablar.

-No hables en pasado.

-Sabes perfectamente que a partir de ahora hablaremos en pasado -le empuja-. Todos sabíamos que esto sucedería. Pero creí que antes podría lograr que ella me amara.

Sale del lugar y cierra la puerta tras de sí con fuerza. Apolo se queda estático en su sitio, sintiendo como si le pusieran todo el peso del mundo en sus hombros. Era la culpa que comenzaba a ahogarlo.

Tal vez, si no se hubiese hecho tan amigo de Andy... Tal vez, si hubiese mantenido la distancia. Así, tal vez, aquello no habría pasado. Pero todo quedaría en eso, en un tal vez.

Versatiles One Shots.Where stories live. Discover now