Apomeda 2 (S&B)

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Decidí que soy Apomeda Shipper. Y también que voy a publicar pequeños one shots sobre ellos aquí, todo hasta el horrible día *inserten emoticón llorando* Para que vean su relación antes de lo que ya saben.

La quieres demasiado.

— ¿Quién es quién? —preguntan las niñas a la vez, con los ojos cerrados y sonrisas idénticas.

Artemisa y Atenea se miran disimuladamente, pensando lo mismo. Aquellas niñas ya tenían poco respeto hacia el dios de la medicina. Mientras tanto Apolo se volteó frunciendo el ceño pero sonriendo abiertamente.

— ¡Por el Olimpo! Esto es difícil —dijo fingiendo que aquello le superaba.

Alexander apareció tras las gemelas con una pequeña mueca de incomodidad, pues él le tenía cierto miedo a Atenea y sus grandes ojos grises. Tiró del cabello, suavemente, a la de rizos más oscuros. Ella se quejó y le dio un golpe a ciegas.

—Huh, tú... Tú eres Madison —Apolo le tocó la frente, ella bufó.

—Soy Meredith, Apo, no... Ouch —pone expresión de pena mientras abre los ojos, revelando un par de obres color verde mar.

— ¡Gracias, Mar! —exclama sarcástica la otra, que poseía un par de ojos azules como lo más profundo del océano.

Alexander suelta una carcajada, sale corriendo cuando Meredith intenta golpearlo. Los dos salen de la habitación, Artemisa los sigue diciendo que dejen de armar escándalo. Atenea ya se había retirado, pues esos tres la ponían de los nervios.

Andy mira a su dios favorito y le sonríe sin mostrar los dientes. Él se inclina junto a ella y toma un mechón de su cabello.

—Sabía que eras tú —le dice en voz baja.

Ella pone expresión confundida.

— ¿Cómo?

—Pueden ser gemelas... Pero sólo tú tienes ese lunar aquí, Andy —toca el pequeño punto marrón oscuro justo donde comenzaba su cabello, junto a su ojo izquierdo—. Tampoco son tan gemelas, tu cabello es más claro.

Andy sonríe — ¿Hoy vamos a pasear otra vez?

—Cuando quieras. Yo no tengo problemas para estar contigo, preciosa.

—Entonces quiero ir a... ¡Rusia!

Apolo pone expresión de horror.

—Allí es helado, Andy.

—Dijiste que no tenías problemas —alza las cejas y pone las manos en sus caderas—. Qué mentiroso, Apo.

Rueda los ojos, era una manipuladora. Pero no podía negárselo, no quería hacerlo.

—Está bien —accede, ella comienza a aplaudir—. Pero debes pedir permiso a tu padre.

— ¡Ja!

—Y a tu madre.

—Huh —baja las manos, mira sus pies—. Bueno, vamos al parque central y ya.

Apolo comienza a carcajearse cuando ella sale para buscar a su madre o padre y pedir permiso.

Estaba incorporándose cuando una voz se dirigió a él.

—En verdad adoras a esa niña —Afrodita dijo con ternura.

Él muerde el interior de sus mejillas antes de asentir sin mirarla— ¿Cómo no hacerlo?

Intenta escapar, sabiendo lo que diría.

—... La quieres demasiado.

Su rostro se colorea, es capaz de sentir el calor. Sus manos se convierten en puños.

—No... No lo digas, Afrodita.

Ella se le acerca, pasando una mano por su espalda. De reojo nota su expresión de pena.

—Por primera vez diré algo así, pero no la quieras tanto.

—No es tu problema.

—Eso ya lo sé, sólo será tuyo... Y de Poseidón si se entera.

Versatiles One Shots.Where stories live. Discover now