Jamerith (S&B)

236 32 19
                                    

Siempre contigo.

Sangre, era lo único que lograba procesar; era lo que tenía en sus manos. La sangre que escurría entre sus dedos y en su cuerpo, las manchas en sus mejillas. Meredith estaba colapsando, su cuerpo temblaba sin parar, apenas lograba mantenerse en pie mientras corría.

No estaba segura de lo que sucedió, pero sabía que ella tenía que ver con las personas muertas a su alrededor cuando despertó. Entonces sólo pudo gritar y llorar, pasó las manos por su cabello, luego por el vestido que llevaba puesto. Todo manchado, todo sucio. Sangre, eso era lo que tenía.

Llegó a casa, su vacía y solitaria casa. Andy no estaba, Andy estaba en el mar. Meredith no tenía a alguien ahí.

Scorpius estaba muerto, ya no la acompañaba. Su madre estaba muerta... Como las personas que ella atacó.

Subió las escaleras chocando con las paredes, gimiendo de dolor. Apenas podía respirar cuando llegó al baño y se dejó caer al suelo. Cerró la puerta con llave, tenía la esperanza de que eso pudiese contenerla, de que eso evitara que siguiera atacando.

Como un monstruo, lo que tenía en el interior, lo que ella era.

James fue a la mansión Greengrass, preocupado puesto que Meredith le dejó plantado en una cita. Eso no era habitual en ella, solía llegar tarde más no se tardaba tantas horas. No le avisó si tuvo un inconveniente, y Lily no sabía algo sobre la semidiosa.

No podía evitar que la preocupación le embriagara, con el corazón en la mano comenzó a subir las escaleras. Y su mano derecha tomó la baranda, algo viscoso se adhirió a ella. La observó confundido, todo estaba oscuro y apenas distinguía los escalones.

Tomó su varita y murmuró —Lumos.

Vio la sangre en sus dedos, la sangre en las escaleras y la pared. La escena más terrorífica en su vida, el miedo más grande que oprimió alguna vez su pecho.

Corrió despavorido mientras gritaba.

— ¡Meredith! ¡¿Dónde estás?! ¡Meredith!

La buscó en cada cuarto y nada, por poco colapsaba cuando escuchó el agua correr. Giró la cabeza hacia el baño, en silencio se acercó mientras el sonido era más fuerte.

—Meredith —repitió en voz baja—. Mi vida, ¿estás ahí?

Ella limpiaba su cuerpo en la bañera, el agua se teñía de rosa mientras más frotaba. Sollozos lastimeros escapaban de sus labios.

Uno de esos alertó a James, quien intentó abrir la puerta sin éxito.

— ¿Estás herida? Por favor abre.

—No —respondió lloriqueando—. No estoy herida... Yo no pero ellos sí.

Quedó helado, recordando el pequeño problema de su novia. Eso explicaba la sangre, no era de ella, era de... Apenas pudo tragar saliva.

— ¿Podrías abrirme, Mar?

—No —volvió a ser la respuesta—. Soy un monstruo, no te acerques. Sólo vete, James.

Apretó los puños mientras respiraba con fuerza. Sentía impotencia al no lograr persuadirla.

—No eres un monstruo. Eres Meredith, la persona más amable, dulce y divertida que pude haber conocido —intentó de nuevo, hablando con sinceridad.

Y ella se quedó en silencio, cerrando la ducha. Su cuerpo comenzó a secarse a su gusto. Caminó con desgano hasta la puerta, se resbaló en ella lentamente hasta quedar sentada en el suelo.

Versatiles One Shots.Where stories live. Discover now