Todo lo que necesito.

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— Despierta, cariño.

     Abrí los ojos encontrándome con el rostro de mi madre.

— ¿Mmm…? es domingo… tengo mucho sueño.

     Acarició mis cabellos.

— Lo sé, solo quería avisarte que surgió un pequeño problemilla con la nueva casa en Inglaterra, así que tu padre y yo tenemos que viajar para arreglar el asunto.

     Me froté los ojos, intentando quitarme el sueño.

— ¿Tienen que viajar hoy?

— Sí — Se sentó en una esquina de la cama y lanzó un largo suspiro—. Y yo que pensaba ir al salón de belleza para hacerme un nuevo corte de cabello. Ahora resulta que en lugar de eso tengo que pasar 11 horas de mi vida sentada en un avión al lado de tu aburrido padre que lo único que hace durante todo el viaje es dormir y permanecer inmóvil como una roca.

     Lancé una carcajada.

— ¡Solo espero no vomitar! — Sonrió—. Ya sabes que los viajes me ponen mal, la última vez vomite encima de tu padre… pero no se enteró de nada porque, como ya te dije, venía bien dormidito.

— Recuérdame nunca sentarme a tu lado.

     Me miró alegre.

— Soy un desastre — Se levantó de la cama y alisó su elegante falda negra—. El vuelo sale de Tokio en menos de una hora, así que tengo que apresurarme.

     Me levanté con pereza de la cama.

— ¿Te ayudo en algo?

— No, cariño — Me abrazó—. Tengo todo listo.

     Se separó de mí y me examinó.

— De momento no quise que fueras, creo que necesitas asimilar un poco más la idea de la mudanza — Prosiguió—. Pero la próxima vez iras con nosotros y será definitivo.

     Me sonrió con ternura y luego se marchó de la habitación. Me senté en la cama, notando como mis ánimos se iban directo al infierno.

     ¿Alguna vez te han dicho algo que, sin saber el verdadero motivo, te mata por dentro? Todo iba bien, todo estaba perfecto… hasta que escuchas lo que no querías aceptar, algo que te negabas a creer, un hecho que ignorabas deliberadamente para no torturarte con la cruel realidad.   El mundo siempre es así, cuando el corazón dice una cosa, tu destino aparece para decir otra. Es ahí cuando el corazón pierde y la fría   realidad gana.

     Así es como me siento en estos momentos. Sabía que mudarme iba a ser lo mejor, tener un nuevo comienzo era justo lo que necesitaba. Tratar de olvidar todo, por más difícil que resultara, iba a ser lo mejor. Aunque en realidad no sabía si iba a ser capaz de lograrlo, sería bueno tener un elixir mágico que te hiciera dejar de lado todos los malos recuerdos, pero nada similar existía.

     Me enderecé, poniéndome de pie con rapidez, y fui directo al cuarto de baño. Tal vez el agua me enfriara la cabeza, tal vez el agua inundaría mis recuerdos y terminara ahogándolos. Me desvestí sintiendo el frio de la habitación y  me dirigí a la ducha. Abrí el grifo y me metí debajo del agua, dejando que el frio líquido empapara mis cabellos. Permanecí inmóvil un largo rato bajo la ducha, la voz de mi madre resonó como un helado eco en mi mente « la próxima vez iras con nosotros y será definitivo». Un cosquilleo en mi pecho se hizo presente ante el recuerdo de sus palabras. Suspiré con cansancio y, una vez despejado, salí de la ducha. Me dirigí a la habitación y me puse unos jeans y una camiseta limpia. Peine mis cabellos y deje que algunos mechones húmedos descansaran por mi frente. De repente recordé que lo único que había comido durante la semana eran unas cuantas galletas, un poco de sopa y leche, tenía que ingerir algo.  

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora