Hallen:
Quería cerrar los ojos y dormir, pero evité hacerlo porque, faltando poco para llegar, la siesta corta no me iba a funcionar. Cuando las tomaba y no dormía lo suficiente (por suficiente me refiero a descansar al menos durante tres horas sin interrupción) me ponía como zombi de mal humor. Prefería estar despierto.
Las horas de viaje me habían parecido eternas, como si de días se tratasen, lo único que me había ayudado a pasar el rato era mi ipod. Aunque, para mi mala suerte, mis listas de reproducción no duraban tanto y como era de esperarse llegó un punto en el que se repetían las canciones una y otra vez. En un intento por mantenerme distraído, tuve que valerme de las gastadas revistas que el avión ofrecía. Escogí una al azar, le eché un ojo a la portada, la imagen de una playa de aguas cristalinas y arena blanca no llamó en absoluto mi atención. Pero, si no me ocupaba en algo seguro iba a terminar pensando en estupideces y me haría un enredo mental. La abrí con bajas expectativas, no tardaron en aparecer las aburridas imágenes de hoteles y también los mal redactados artículos en plan "tips para viajeros". Tras corroborar que era basura visual, la dejé a un lado lanzando un suspiro de decepción.
Al cabo de un rato, la voz de una mujer canturreó por todo el avión, dándonos la bienvenida a Inglaterra e indicando la temperatura y la hora local.
Emocionado por la idea de ver a Will, me paré con entusiasmo, saliendo del avión sin ver hacia atrás. Me fui del aeropuerto, equipaje y oso de felpa en mano, y detuve a un taxi; indicándole la dirección de la casa de Will.
Estaba nervioso, me había ido a Japón sin decirle siquiera un adiós o cuídate, era de lo peor y me sentía mal por ello. No sabía cómo iba a tomarse mi regreso ¿iba a recibirme? ¿Estaría enfadado conmigo? Tenía derecho, todo el derecho del mundo, pero deseaba con todo mi corazón que no fuera así.
—Está usted servido —Habló el taxista, al llevarme a mi destino.
Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón para sacar dinero y le pagué.
—Gracias—Dije afable, mientras bajaba.
Vi cómo el coche se alejaba, giré sobre mis talones, y observé frente a mí la casa del gangster. No importaba la cantidad de veces que la viera, nunca dejaba de sorprenderme lo grande y estilizada que era.
Con la mano derecha sostuve con cuidado el oso de felpa que le llevaba a Oliver, preguntándome si iba a agradarle la sorpresa, y con la izquierda mi equipaje. Respiré hondo y caminé hacia la entrada, el corazón me palpitaba desbocado.
—Tranquilízate —Me dije a mí mismo, aunque en vano.
Me sorprendí al encontrar la puerta frontal abierta, por lo general siempre estaba cerrada, pero no le puse tanto cuidado a eso. Al entrar, mis ojos se toparon con la sala medio a obscuras, lo único que iluminaba era la cantidad elevada de velas que estaban por todo el lugar irradiando luz tenue.
No entendía nada.
— ¿Hallen? —Articuló apenas alguien.
Vi ramos de flores de color blanco.
— ¿Hallen? —Repitió la persona.
Siguiendo el sonido de la voz nada familiar, me volteé para ver de quién se trataba. Era Jack, llevaba un traje negro y se veía demacrado.
—Hallen —Terminó confirmando para sí mismo—, no lo puedo creer. En verdad estás aquí.
Miré a mi alrededor, todos iban de negro, sentí como un sudor frío empezaba a recorrerme por la columna vertebral.

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¡No me voy a enamorar! (Yaoi)
Teen FictionHallen, se acaba de mudar a Japón para empezar una nueva vida. Toda la gente es muy amable, excepto alguien. Por azares del destino se tropieza con William, un chico con una personalidad muy poco amistosa, quien es la única persona que no le da una...