William:
— ¿A dónde me llevas?
Me abroché el cinturón de seguridad.
— Ya te dije —Añadí despacio— que es una sorpresa.
Hallen suspiró y cerró la puerta de mi automóvil con energía para acto seguido abrochar su cinturón de seguridad. Introduje la llave y arranqué el coche.
Había pasado el tiempo suficiente descansando para recuperarse de su enfermedad, tanto que ahora lucía renovado y lleno de vitalidad. Notoriamente su estado de salud había mejorado en demasía, lo cual era realmente bueno; sin embargo, su exceso de vigor también tenía sus contras...
— ¡Mira ese árbol, es realmente grande! ¿Quieres que te cante una canción? Me acabo de inventar una letra...
Hallen no paraba de hablar desde que se había tomado un medicamento extraño esa misma tarde, se había transformado en un parlanchín eléctrico que se fijaba, exageradamente, en cada detalle que su campo visual fuese capaz de percibir.
— ¿Te gusta el color de esa casa? ¿Qué opinas? ¿Demasiado verde?
Me mordí el labio y retuve la respiración para evitar lanzar una sonora carcajada. Apreté la mandíbula mientras Hallen seguía hablando sin parar sobre todo lo que se le cruzase por el camino.
Detuve el vehículo en la luz roja del semáforo y aproveché para echarle un vistazo.
— ¿Sabes? Creo que tendrás que dejar de lado ese medicamento. No te cae nada bien.
— ¿Cuál de todos?
— ¿Cómo que cual de todos? — Inquirí —. Hoy solo tenías que tomarte uno.
— ¿Es enserio?
— Sí.
— Maldición, creí que la receta médica decía una capsula por hora.
Esta vez no pude contenerme y reí a carcajadas.
— Vale —seguí riendo—. De ahora en adelante voy a cuidar mejor de ti, revisare todo lo que ingieras... antes de que mueras por una sobredosis.
Hallen me miró y esbozó una sonrió... de esa manera tan inocente que me hacía querer aprisionarlo entre mis brazos para nunca soltarle. Esa era, sin lugar a dudas, mi sonrisa favorita. Me alegraba verlo de ese modo. El radiante brillo en sus obscuros ojos era encantador, y su presencia irradiaba felicidad en su estado más puro.
— ¿Qué...?
— ¿Qué de qué?
Hallen se enderezó y bajó la vista.
— ¿Por qué te me quedas viendo tan... fijamente?
Por alguna razón su presencia me resultaba inquietante y extraordinaria, inclusive más que cualquier otro día. Deseaba estirar la mano y rozar su hermoso rostro para poder sentir la cálida temperatura que irradiaba su piel.
— Por nada... —habría seguido mirándole de no ser porque el semáforo acababa de ponerse en verde y tenía que continuar la marcha—, solo pensaba en lo afortunado que soy por tenerte a mi lado.
Inmediatamente percibí su nerviosismo cuando giró la cabeza para seguir viendo a través del traslucido vidrio.
— El afortunado soy yo — su voz quedó casi apagada por el sonido del tráfico que se colaba por la ventanilla.
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¡No me voy a enamorar! (Yaoi)
Teen FictionHallen, se acaba de mudar a Japón para empezar una nueva vida. Toda la gente es muy amable, excepto alguien. Por azares del destino se tropieza con William, un chico con una personalidad muy poco amistosa, quien es la única persona que no le da una...