Perdiendo el control.

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— ¿Se pondrá mejor?

     Respiré, un poco nervioso, en el teléfono móvil. El silencio me resultaba una tortura y lo único que la espera hacía era preocuparme aún más. El estado de salud de Hallen parecía normal, pero las enfermedades son impredecibles.  No me sentía lo suficientemente preparado como para recibir una de esas noticias devastadoras.

     Traté de concentrarme en la conversación, en todo caso lo mejor era permanecer tranquilo.

— Sí — Habló por fin.

     Suspiré, soltando el aire que había estado reteniendo sin darme cuenta.

—Nada de qué preocuparse, no es una enfermedad grave.

— Genial —Dije —. Se lo agradezco muchísimo.

     Cerré el teléfono en silencio. Hallen aún seguía en el sofá, durmiendo profundamente bajo el poder de los fuertes medicamentos que le habían suministrado. El doctor había decidido quitarle la terapia intravenosa, por lo que ya no tenía que depender del suero.

     Apreté su mano con cuidado. Esa mañana, cuando me desperté a su lado, lo primero que noté fue que Hallen había puesto su mano contra la mía. Ese simple acto había generado en mí aquella clase de sentimientos que creía extintos desde hace mucho tiempo. Sentir su calor era tan endemoniadamente relajante, como si su piel inyectara en mi alguna clase de droga que creaba en cada parte de mi cuerpo dependencia y necesidad. Esa fuerza inexplicable era lo que me hacía permanecer a su lado, sin apartarme en ningún momento.  

     Se veía cansado; sin embargo, su apariencia distaba de ser enfermiza. Lucía mejor que ayer e igual de hermoso que todos los días.

     Decidí que era hora de despertarlo. Susurré su nombre varias veces y poco a poco fue abriendo los ojos hasta estar totalmente despierto.

— ¿Cómo te sientes?

     Dirigió sus ojos marrones hacia mi rostro y sonrió levemente.

— Mucho mejor — Musitó.

— Que alivio. Tu enfermedad no es muy grave, pero tendrás que tener más cuidado con lo que ingieres. El doctor dijo que tenías Gastroenteritis, debiste de haber comido algo en mal estado, o tal vez bebiste agua contaminada.

— ¿Gastroenteritis? — Repitió con cierto desconcierto—. Era eso… por eso no me daba hambre.

— Supongo— Respondí—. No sabía que no te daba hambre ¿Por qué no habías ido con un médico?

     Movió la cabeza, aun recostado, sin cambiar de posición.

— Porque… creí que era por otra cosa.

     Sus mejillas comenzaron a enrojecer.

— ¿Qué cosa podría hacer que perdieras el apetito?

     Bajó su cabeza, evitando verme a los ojos.

— Pues… eso — Comenzó a pensar en una respuesta —, yo en realidad, supongo que… era porque tú…

— ¿Yo?

     Atreves de su mano pude sentir como sus músculos se tensaban.

— Porque tú no estabas a mi lado — Fue su respuesta.

     No pude evitar sentirme asombrado ante sus inesperadas palabras. ¿Todo este tiempo Hallen había estado así de mal por mí? Me sentía terrible y culpable, todo a la vez. Hacerle daño a la persona que amaba... era de lo peor.

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora