VI. La Profecía.

346 32 7
                                    


Orgullo había convocado al Consejo. Haría lo posible por volver las cosas en contra de Hohenheim, sabía que esconder al Elegido no había sido buena idea. Y estaba sumamente ansioso de dar a conocer el descubrimiento de Lujuria.

Después de ver aparecer a Julia, Señora de las Hadas, inició la sesión.

—Ahora que ya estamos todos...

—Espera Orgullo, Hohenheim aún no llega —Riza, la Señora de los Elfos, cortó sus palabras mientras buscaba en el cielo.

—Ni llegará, él no ha sido convocado.

—¿Podemos presidir una reunión sin él? —Julia miró a todos los presentes buscando en alguien la respuesta.

—¡Claro que podemos! Él ha tomado decisiones por su cuenta que todos ustedes deberían conocer. Lujuria... —Orgullo le cedió la palabra al tentador demonio.

—Tengo información de la Profecía.

—¿La Profecía? —todos murmuraron y se miraron confundidos.

—La Elfa dijo que estábamos obligados a informar al Consejo de cualquier cosa que averiguáramos al respecto —Riza asintió ante lo dicho. Pues bien, he dado con el Elegido. Él es un ángel de reciente creación.

Los murmullos entre los presentes no se hicieron esperar.

—Imposible, Hohenheim ya nos hubiese puesto al tanto.

—Eres un demonio, ¿cómo podemos fiarnos de tu palabra?

Momento preciso en el que un chasquido se escuchó avivando el fuego de la fogata que había en el centro de la reunión. Sin duda, eso atrajo la atención de todos. Y con una asombrosa aparición, el Elemento Fuego tomó forma de hombre y salió de las llamas.

—Lujuria dice la verdad, el Elegido es un pequeño ángel de ojos dorados.

Ante el asombro de la misma Lujuria, Roy Mustang hizo acto de presencia dando unos pasos hacia donde ella se encontraba.

—¿Cómo puedes estar tan seguro, Mustang? —insistió un enano de mal carácter.

—Porque yo le he visto —todos quedaron perplejos ante la revelación—. De hecho, es el menor de los hijos de Hohenheim.

Ante lo atónitos que habían quedado todos con esa información, Julia preguntó:

—Si lo que dices es cierto, ¿por qué no lo habías rebelado antes, Roy?

—Lo descubrí hace poco preciosa. Además, no lo creí necesario, no es nada especial. Ese niño no es capaz de matar ni a una mosca. Su padre lo sobreprotege y no le permite hacer nada. Es débil y... patético.

—Claro que lo es, Hohenheim sabe que el Elegido es el único que puede derrocarlo, por eso le conviene mantenerlo así —esa oportunidad de crear desconfianza Orgullo no la dejó pasar—. Y ha faltado a nuestro trato al esconderlo de nosotros.

—¿Y no te has puesto a pensar que su padre tan solo quiere protegerlo? —Izumi se había mantenido al margen hasta ese instante.

—¿Protegerlo? No, yo estoy seguro de que se trata de poder. Hohenheim lo mantendrá oculto hasta asegurarse de que ya no represente una amenaza para su liderazgo. Mientras nos hace creer que Roy es el irreverente.

Dijo Orgullo y toda la atención se volcó sobre el Señor del Fuego.

—¿Es tan difícil creer que un ángel pueda hacer algo incorrecto? —cuestionó Roy, ante la mirada fija de los demás.

Ángel de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora