Los aposentos del Señor del Fuego era el único lugar del templo en donde había ventanas en las paredes de roca. Pero era sombría debido a las gruesas cortinas que las cubrían. Y por más extraño que pareciese, también era fría en comparación a todo el Templo del Fuego, debido a su ubicación que era en la parte alta del volcán. Como única fuente luminosa y de calor, tenía una enorme chimenea que nunca se apagaba. El Fuego estaba presente en cada rincón de sus dominios y esa no iba a ser la excepción. Como mueble principal, tenía una majestuosa cama llena de pieles ubicada en el centro.
Y fue justo en ese lugar donde Roy Mustang apareció de pronto con Edward, rompiendo la apacible quietud de la habitación.
Siendo aventado a ese lecho con violencia, Edward cayó de bruces aturdido.
Sin contenerse y sin nada de cuidado, Mustang desgarró las blancas prendas y despojó por completo de éstas al cuerpo del pequeño ángel para penetrarle sin preparación alguna.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —pero en esta ocasión, el chico no había dejado de moverse, tanto, que consiguió zafarse y escapó de él atravesando a gatas la cama.
—Así que Lujuria se llevó consigo sus habilidades de control —evitando la huida del pequeño rubio, Mustang le tomó por los tobillos—, entonces tendrás que conocer las mías.
El pequeño, sujetó fuertemente su cabeza mientras se retorcía de dolor entre las pieles que cubrían la cama del Señor del Fuego.
—No trates de resistirte mi ángel, solo conseguirás que se te fría el cerebro.
El sujeto de traje oscuro como la noche, lo jaló con fuerza hasta que llevó su pequeño cuerpo al borde de la cama, justo donde él se encontraba de pie.
—¡No por favor! ¡Roy, ya no me hagas esto! ¡No quiero! ¡Por favor! —suplicaba sin dejar de moverse, mientras el otro colocaba sus grandes manos en sus caderas para levantarlas a la altura de su propia pelvis.
—¡Quédate quieto!, no me obligues a usar más poder sobre ti —. Y sin escuchar las súplicas del rubio, tomó su rígido falo y se lo volvió a meter con brutalidad.
Estando de a cuatro, Edward apretó las pieles tratando de contener sus gritos mientras sentía sus violentas estocadas.
Después de unos minutos, el Señor del Fuego salió de su interior sin nada de cuidado.
—Te has acostumbrado a esto, ya no sangras —dijo al abrirle y observarle.
—Esa es la razón por la que me tomas de esta manera ¿cierto? —a pesar del intenso dolor en la cabeza Edward se movió hasta darse vuelta.
Mustang le permitió hacerlo.
—Esa es la única razón, Eddie. Ahora abre bien esas piernas porque de ser necesario usaré otra cosa para penetrarte hasta que lo consiga.
Volviéndolo a agarrar, pero esta vez de las rodillas. Ejerció presión en ellas hasta hacerlas chocar contra la cama y así abrirle por completo. Luego, se posicionó entre sus piernas y dejó caer todo su peso frente a él para chuparle con fuerza el cuello como si quisiese dejarle marcado a propósito.
El pequeño agitaba las alas y empujaba con sus manos para sacárselo de encima.
—¡Me usaste! Has estado usándome todo este tiempo.
La mirada ámbar llena de dolor, derramaba gruesas lágrimas cuando el Señor del Fuego se detuvo.
—¡No me digas que te he decepcionado! —Mustang tomó fuertemente las muñecas del pequeño y consiguió someterle presionándolas contra la cama por ambos lados de su cabeza—. No puedes enamorarte ¿entiendes?, eres un ángel, lo tienes prohibido. —Mientras el cálido aliento golpeaba la superficie de su rostro, Edward sentía como esas palabras destrozaban su corazón.
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Ángel de Lucifer
FanficÁngeles y demonios, seres fantásticos y mitológicos, la historia del bien y del mal. ¿Quién puede asegurar que esa dualidad existe? O es tan solo una ilusión... en la que queremos creer.