Una estrella fugaz cayó en el bosque.
Todos los habitantes de un pueblo pequeño y cercano al enorme bosque lograron verla. Impresionados corrieron hacia el punto donde se impactó.
A su llegada, observaron un cráter, algunas llamas todavía vivas a su alrededor, y en el rocoso centro, yacía el cuerpo desnudo, inmóvil y mal herido de un muchacho.
Todos observaban aquel cuerpo lacerado y sangrante y nadie se atrevía a hacer algo al respecto. Discutían sobre su procedencia, discutían sobre su identidad, pero a nadie le preocupaba las condiciones en las que éste se encontraba. Tanto el brazo derecho como la pierna izquierda de aquel cuerpo, tenían un terrible aspecto.
Haciendo caso omiso a las advertencias de la gente, una anciana se abrió paso entre la multitud y se acercó al muchacho.
—¡Este niño necesita atención médica de inmediato! —tocando su frente ante el asombro colectivo.
La muchacha rubia que la acompañaba, intentó alejarla cuando hizo aquello.
—Abuela Pinako, no lo toques, tal vez no sea humano o...
—...o tal vez la pobre criatura pasaba por aquí en un mal momento.
Era obvio que nadie había considerado esa posibilidad, así que solo se encogieron de hombros.
—¡Ayúdenme, debemos llevarlo con el doctor!
+++
Maes Hughes era el doctor de esa pequeña comunidad llamada Risembool. Entregado a su labor, vivía modestamente al lado de su amada esposa Gracia, se hacía cargo de un hospital en precarias condiciones donde atendía a sus pacientes. La mayoría de las veces le ganaba el corazón y no recibía remuneración alguna por sus servicios. Era un doctor pobre... pero muy querido por el pueblo.
El hombre había quedado impactado por las heridas que traía el muchacho que Pinako le había llevado con ayuda de algunos aldeanos. Esta era la peor de las emergencias que le había tocado atender desde su llegada a esa comunidad; y es que tenía tanta carencia de equipo, que desde el inicio temió por el futuro del desafortunado chico.
Por varias horas se encerró con un par de enfermeros y Winry, la nieta de Pinako; quien solía asistirle en emergencias. Las extremidades, que estaban destrozadas, debían ser amputadas para poder salvar la vida del chico. Con tristeza, el doctor estaba concentrado en eso. ¡Qué horrible suerte! Era demasiado joven para pasar por semejante desgracia.
Después de la inevitable amputación, el doctor salió de la habitación adaptada como quirófano, dejando a sus asistentes ocuparse de todas las sábanas manchadas y llenas de sangre.
Entre tanto, desde una esquina oscura observaba Roy Mustang, atestiguando en silencio todo el proceso de la operación y conteniendo las ganas de saltar sobre las dos grandes heridas que tenía Edward en la espalda. Aunque daba la impresión de que alguien hubiese querido arrancarle los pulmones, él sabía perfectamente lo que eran.
Cuando al fin dejaron solo al rubio, Mustang hizo a un lado las gasas para lamer con cuidado esas heridas. Pero éstas estaban limpias y con un horrible sabor a desinfectante. Con gran frustración se quedó mirándolas por un momento. Luego chasqueó y un leve fuego delineó cada una de las heridas de la espalda del chico, cauterizándolas a su paso, como si de un láser mismo se tratase.
—Roy...
El Elemento se sorprendió ante el llamado. ¿Había sentido Edward su calor?
Con cuidado se sentó junto al rubio y le dio vuelta. Éste se encontraba boca abajo por las heridas de los latigazos, pero él ya las había cauterizado todas. Incluso las más profundas, las de sus alas.
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Ángel de Lucifer
FanfictionÁngeles y demonios, seres fantásticos y mitológicos, la historia del bien y del mal. ¿Quién puede asegurar que esa dualidad existe? O es tan solo una ilusión... en la que queremos creer.