Aaron Evans
¿Es en serio? ¿Es real? no es posible que sea tan grosera la niña fresa. De lo unico que tengo ganas es de decirle sus buenas verdades. Regreso a mi área de trabajo y aun con el enojo al mil, sigo trabajando por ella, por mi pequeña princesa. Es lo único que me importa en estos momentos. Me siento en mi silla y la grosería de Larabelle Ivanova no deja de rondarme la mente. ¿En qué estaba pensando al invitarla a cenar? Aarón, ¡apenas tienes para la renta!
— Hola..., Soy Hillary Hoffman. A parte de ser asistente de Lara Ivanova soy su mejor amiga
Tengo frente de mi una mujer hermosa y coqueta, sus curvas son interesantes y su voz es agradable escucharla. Con una sonrisa respondo
— Hola, mucho gusto Hillary. Soy Aarón Evans, arquitecto interino de la empresa
— Ya, ¿pues necesitas algo? Un café, ¿un té?
Niego con la cabeza
— No, estoy bien. Gracias de todas formas
Creo que va a irse pero no, se sienta frente a mi y cruzando las piernas comenta
— Escuche como te habló Lara, no le hagas caso, es una amargada y simplona. En fin, no sabe disfrutar de muchas cosas.
La observo con algo de recelo y arqueando una ceja respondo
— A mi no me interesa saber si la señorita Ivanova es amargada o no. Lo que si me es curioso es que siendo usted su mejor amiga hable así de ella. Con su permiso, tengo trabajo que hacer.
Se va con algo de enojo y la verdad me da igual ella, Lara o cualquier otra mujer aquí en la empresa y en donde sea. Sólo necesito reunir dinero y ya. Al salir del trabajo paso por mi pequeña al jardín de niños y cargándola en brazos la abrazo fuerte, muy fuerte. Es mi pequeña, lo único que me da fuerzas para continuar.
— ¿No hay beso para papá?
Me da un besito en la mejilla y con esos ojazos azules y llenos de energía pregunta
— ¿Helado?
— ¿Quieres helado? ¿Te portaste bien con la maestra?
Dice que si con la cabeza
— ¡de fresa!
Agarro su bulto y sus cositas y la subo al coche. Finjo delante de ella sonrisas y que todo está bien pero por dentro muero del miedo de no tener todo lo que ella necesita. Camino con ella en brazos hasta la parada del tren hablando de su día en el jardín y con esa sonrisa que me recuerda tanto a su madre contesta con su vocecita hermosa.
— Mientras esperamos el tren vamos a buscar tú helado, ¿Vale?
— ¡Si! — Exclama dando palmaditas
A unos cuantos pasos hay una pequeña heladería y al comprar el helado me doy cuenta que apenas lo que me queda son trescientos rublos. No importa, no importa no tener casi nada con tal de ver a mi pequeña sonreír. Abordamos el tren y llegamos a la casa algo tarde. La llevo a su cuarto y besando su frente le digo
— Princesa, a bañar en lo que te preparo algo de comer
— Papito, te quiero mucho— Responde dándome un abrazo
— Yo te quiero mucho mas Camila, mucho mas.
Pienso en el dia de mañana y de solo recordar que tengo que soportar a la irritante de Lara Ivanova me pongo de mal humor. Intente ser cordial con la niña fresa y la muy estupida se cree más importante de que todo el mundo. Mientras mi pequeña se baña busco que hacer de comer y apenas hay algo en el frigorífico que puedo hacer para ella. Entre tantos problemas, el trabajo, la niña, y el inmenso miedo de no poder darle todo lo que necesita mi pequeña. Tocan la puerta y extrañado voy a ver de quién se trata.
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Me robaste la Razón
ChickLitElla aunque es una exitosa mujer de negocios y económicamente la vida le sonríe, no todo le es color de rosa. Trae consigo demonios del pasado que hacen de ella por fuera una mujer fría, calculadora, poco sociable, introvertida y reacia al amor aunq...